El miércoles a las nueve de la mañana estábamos paseando por Rynek -plaza del mercado-. Nos detuvimos para ver las fachadas del lado este: palacio de los siete electores, casa del sol dorado, … Recuerda mucho a las Markplatz de las ciudades alemanas,
Pasamos por debajo del arco que separan las casas de Hansel y Gretel-Juanito y Margarita- para entrar a la Iglesia de Santa Isabel-en obras-. Muchas iglesias están en fase de restauración. Están construidas en ladrillo como las mudéjares de Cuéllar, Olmedo y Sahagún. El uso de la piedra se reservó para la talla de las portadas, los cimientos, los pilares y los nervios de las bóvedas.
Después anduvimos por el otro lado de la plaza junto a la picota para admirar el reloj astronómico de la fachada del Ayuntamiento. Este edificio es uno de los mejores ejemplos del gótico civil
centroeuropeo.
Las dos fotos de abajo las tomé al atardecer, anochece a las cuatro y media. Para que apreciéis el contraste.
Visitamos el interior del Ayuntamiento. Pasamos por la sala de concejales, sala de los caballeros, el gabinete del alcalde y nos detuvimos en el Refectorio o sala de ceremonias. Un grupo de colegiales estaba bailando una danza renacentista bajo la atenta mirada de las maestras.
Salimos después de entrar a los hidráulicos y pasando por la parte sur de la plaza fuimos hasta la Magdalena. Estaba cerrado el acceso al famoso balcón entre las torres donde sufrían penitencia las mujeres descarriadas. Nos libramos de subir trescientos escalones pero nos perdimos las vistas.
También la iglesia de la Magdalena está en restauración, no pudimos acceder al interior. No nos preocupamos mucho porque hay un montón de iglesias visitables góticas y barrocas en Wroklaw.
Fuimos a buscar a Diego al auditorio NFM, salía del ensayo a la una. Nos encontramos con un ensayo del desfile del centenario de la independencia. Mientras esperábamos fotografié la orquesta.
La historia de los enanos la contaré en otra entrada.
Fuimos a comer aun restaurante georgiano. El gulash estaba de mimo, también la pasta rellena en forma de campanilla y una especie de torta con queso y huevo frito. Lo regamos con una buena cerveza.
Subimos al tranvía para desplazarnos en dirección este hasta el Pabellón del Pueblo. Hala Stulecia se construyó en 1913 para celebrar el centenario de la victoria sobre Napoleón en Leipzig. No debemos olvidar que Breslau fue una ciudad alemana hasta 1945. El rey prusiano Federico Guillermo III impulsó esta obra vanguardista en su tiempo por el uso del hormigón como único elemento estructural. Se ha usado para exposiciones, conciertos,...Adolf Hitler (1934), Bertold Brecht y Picasso (1948), Walesa (1990) y Juan Pablo II (1997) han tomado la palabra en ese espacio bajo una cúpula de mayor diámetro que el Panteón de Roma. Todo es grandioso en este edificio de once mil metros cuadrados que alberga uno de los mayores órganos del mundo.

Buscamos por detrás del pabellón la entrada del Jardín japonés pasando por la Pérgola. Nos encontramos que estaba cerrado porque ya estábamos en noviembre. No habíamos comprobado que abre de abril a octubre. Otra vez será. Se hizo de noche y a la vuelta bajamos del tranvía en la parada de la catedral.
Nos fijamos que para subir a la torre teníamos que ir de dos a cuatro, horario en que funciona el ascensor. Paseamos por la isla de la catedral, disfrutamos de los jardines del arzobispo, cruzamos el puente hasta la isla de Arena. El más famoso de los cien puentes que hay en la ciudad. Está cargadito de candados, la moda se extendió desde Roma por toda Europa. Cualquier día se cae por tanto peso.
Desde allí pasando junto al mercado paseamos por el centro hasta la plaza de la sal. Ahora venden flores, los tiempos han cambiado. Destaca el edificio de la bolsa, curiosamente de colores y detalles similares a los de la Bolsa de Leipzig. A lo largo de la ciudad se conservan palacios y edificios públicos del siglo XVIII.
Volvimos a casa por la plaza de Juan Pablo II.
El jueves por la mañana nos acercamos al edificio histórico de la Universidad, En el exterior la fachada norte da al Oder y la fachada sur a una placita con la estatua del esgrimista.
En el interior se visita el Aula Leopoldina -Aula Magna- que debe su nombre al emperador alemán Leopoldo I. En su techo alberga las pinturas barrocas más valoradas de Silesia, que no sufrieron ningún daño en los bombardeos de 1945. No pudimos acceder por abajo a nivel de suelo y tuvimos que completar los frescos desde la tribuna, lo que limitaba nuestro ángulo de visión.
Sin embargo en la capilla, también usada como auditorio musical, si que pudimos apreciar sin limitaciones las pinturas del XVIII en su bóveda.
En la torre matemática se exponen materiales astronómicos y en el exterior rematado en sus esquinas por las cuatro disciplinas (Derecho, Teología, Astronomía y Medicina) se divisan excelentes vistas del casco antiguo.
Salimos de la Universidad y entramos en la Iglesia de los Jesuitas, el ambiente era irrespirable tanto por la escasez de oxígeno como por el recargamiento barroco que empalaga en exceso.
Cruzamos el Oder hacia la isla de Arena. Entramos en la Iglesia de Santa María, otra muestra del gótico de ladrillo. Están todo el día abiertas pero con una verja que permite ver la nave central, sin acceder a ella. Lo más curioso son los altares a modo de capilla que envuelven cada uno de los
pilares.
La mayoría de las obras de arte -escultura funeraria, pinturas y retablos incluidos- de Santa María, la Magdalena y Santa Isabel se encuentran en el Museo Nacional que visitamos el sábado.
Dimos la vuelta hacia el mercado -Hala Turgowa- donde comimos en la cantina los tres por 39 zlotis, al cambio diez euros. Y eso que pagamos agua embotellada aunque la dan gratis en vasos con un poco de zumo de naranja. Comer es muy barato. Lo caro es tomar café. Un expresso cuesta tanto como una cerveza de medio litro. El mundo al revés.
A la una y cuarto habíamos terminado de comer. Marchamos hacia la catedral para subir a la torre. Hay que hacer a pie dos pisos y luego se coge el ascensor. Las vistas son impresionantes.
Las torres sobrevivieron a los bombardeos de 1945, se tuvo que reconstruir el abovedamiento y la cubierta de la nave central. La fachada, tan vertical, llama la atención. La torre sur, en la foto a la izquierda, se remata con un mirador a sesenta metros de altura, equivalente a un edificio de veintidós pisos. Presiden el skyline de Wroklaw.
En el interior sobresale el coro del presbiterio, los restos de frescos góticos y tres capillas barrocas que dan a la girola.



De vuelta tomamos algunas chocolate y otros café en un italiano .El reposo del guerrero después de un día intenso. Hicimos algunas compras por el camino. Cenamos una ensalada.
El viernes por la mañana nos acercamos al Museo histórico. Restos arqueológicos y arte desde el siglo X hasta el XX, con magnífico apoyo audiovisual. En las salas del siglo XX se proyectan numerosas grabaciones en películas sobre el final de la guerra en 1945. Las colecciones están distribuidas en tres pisos del Palacio Real prusiano.
http://www.muzeum.miejskie.wroclaw.pl/
Estuvimos dos horas y podrían haber sido más. Muy interesante para conocer toda la evolución de Wroklaw en mil años. Allí celebran el milenio desde la fundación de la ciudad como nosotros este año con el Conde Ansúrez.
Esperamos a Diego que salía del ensayo y fuimos a comer a un restaurante típico polaco. Pyerogi, ensaladas y entrantes de carne. Una comida demasiado copiosa que tardamos en digerir aunque mereció la pena. Que bien se come en Polonia, nada que ver con Alemania.
Después fuimos a casa para reposar y cambiarnos para asistir al concierto conmemorativo del centenario en el auditorio National Forum of Music.
El sábado por la mañana caminamos unos 25 minutos hasta llegar al Panorama de la batalla de Raklawice. En el interior de una gran rotonda está expuesta una pintura cilíndrica de 120 metros largo y quince de alto. Durante media hora escuchamos las explicaciones de la audioguía en español para entender el contenido y las circunstancias históricas. Realmente curioso.
Después entramos en el museo nacional, comenzando por la colección de la Edad Media.
Seguimos por las salas del renacimiento y barroco. Terminamos en el último piso dedicado al siglo XIX y XX. Es como si el museo del Prado y el de escultura de Valladolid estuvieran en el mismo edificio. Acumula tal cantidad de obras que no pudimos terminar de verlo, llevábamos casi dos horas y decidimos dejarlo para otra ocasión. El edificio que lo alberga sigue la tradición arquitectónica en ladrillo.
https://mnwr.pl/category/oddzialy/muzeum-narodowe/
Comimos otra vez en la cantina del mercado. Y volvimos para preparar la maleta. A las cuatro cogíamos el autobús para el aeropuerto.
Hasta la próxima Breslau.