La Seminci sigue ofreciendo buen cine año tras año y van unos cuantos. Esta tarde fui a ver Muyeres en el Brodway. Empieza con grises de otoño pero termina con verde primavera. La fotografía -de Toni Vidal- es excepcional, la banda sonora -de Raül Refree- impresionante. Los silencios marcan el ritmo tanto como lo sones del pandero y las esquilas. Las vacas, los burros, el viento, la nieve y la lluvia hacen los coros. Protagonizan la melodía las tonadas, las canciones de siega y los romances tradicionales.
La trama fluctúa desde el realismo de los rostros arrugados y las casas envejecidas hasta las metáforas de la carretera convertida en río y de la ventana con la silla vacía. El tempo es lento pero en sentido positivo. Hay muchas más imágenes y símbolos que palabras. Resucita tanto las técnicas del cine mudo como las del de blanco y negro.
La tradición oral es el hilo conductor. Parece que la directora, Marta Lallana, usa más los pinceles que las cámaras. Hay planos en travelling que evocan los cuadros impresionistas, las líneas se deshacen entre el orbayu. El diálogo entre el castellano y el bable es otro de los aciertos.
El guion podría usarse de libro de texto en las escuelas de cine. A la salida escuché opiniones de todo tipo, curiosamente las negativas de las personas de más edad. Los espejos molestan mucho. Para mí setenta y siete minutos muy bien aprovechados.
Ha recibido el Premio del Jurado y el de Fotografía en el 25º Festival de Shangai. Como suele decirse nadie es profeta en su tierra. No os perdáis esta peli si tenéis oportunidad de ir a verla.