El autobús paró en Hauptbahnhof. Anduvimos diez minutos hasta el famoso Kämerbrücke, puente convertido en calle de tiendas de artesanos.
Desde Marktplatz se sube por una escalerita con más de ochenta peldaños hasta la catedral. Menos mal que habíamos tomado antes café con buñuelos de viento. Teníamos fuerza a pesar de las protestas de Alba.
El sábado era día de mercado.
En conjunto de la catedral de Santa María y la iglesia de San Severo -Domberg- constituyen el símbolo de Erfurt. En la catedral nos detuvimos especialmente en el retablo barroco, la sillería del coro gótica y las vidrieras del presbiterio.
y la pila bautismal.
Dimos un paseo agradable por el recinto, lucía el sol. Disfrutamos de las magníficas vistas.
Por las calles de la ciudad vieja se encuentran rincones preciosos.
En Angerstrasse, calle comercial de principios del XX, se pueden contemplar varios edificios en Art Nouveau.
En esa misma calle se conserva la torre de San Bartolomé.
No nos dio tiempo a llegar al claustro de San Agustín, cerraban a las cuatro.
La capital del estado de Turingen bien merece la excursión de un día. Aunque para volver a Leipzig con Deinbus tuvimos que llegar al extrarradio en tranvía y esperar tomando café en una gasolinera. Nos entretuvimos con los paisanos que jugaban con su perrito mientras tomaban cervezas a tutiplén.
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