domingo, 17 de junio de 2018

AíNSA

Desde Jaca tardamos una hora en setenta kilómetros que se recorren por autovía, carretera nacional y un tramos de quince kilómetros de curvas por carretera tercermundista. Pero mereció la pena. Llegamos a las cuatro de la tarde con un sol de justicia y 28 grados. Pero esta villa medieval ofrece muchas sombras, salvo en la explanada del castillo. Situada en la confluencia de los ríos Cinca y Ara sobre un promontorio de 590 metros permite divisar todo el entrono (Monte Perdido, Sierra de Guara, los dos ríos, ...).

Nos recordó la localidad toscana de Montelpuciano. Desde la Plaza Mayor  -soportales para el mercado, iglesia,...-salen dos calles paralelas, calle Mayor y calle de Santa Cruz, que bajan hasta la plaza del Salvador que desemboca en la Puerta portal de afuera  de la muralla .

                                     


Paseando se encuentran excelentes miradores para contemplar los Pirineos y la confluencia de los dos ríos.


La plaza Mayor abierta al castillo, se rodea por soportales en los dos lados. En estos soportales se ubican las prensas comunitarias para prensar la uva tras la vendimia. Hoy está repleta de terrazas,
manda el turismo. Encontramos muchos visitantes franceses.

                                        


La iglesia románica de sencillo interior (una sola nave con bóveda de medio cañón apuntado)  y torre  que sobresale sobre el caserío conserva un curioso patio trapezoidal y una cripta.




No hay comentarios:

Publicar un comentario