martes, 25 de junio de 2019

GRAZ

Graz es la capital de Estiria, una ciudad universitaria con pasado imperial situada al sureste de Austria. Fuimos en Flixbus en viaje directo de Viena a Graz, dos horas y algo por autovía de tres carriles. Nos dejó muy cerca del centro al lado de la Ópera. Por Herrengasse llegamos hasta la  base de la colina del castilla -Schlossberg-. Optamos por subir en ascensor, la escalerita que aparece en la foto se las trae. Después bajamos por allí , pero eso es otro cantar. 
Salimos frente a la torre del reloj -Uhrturm- que ha convertido en la imagen de Graz. Se halla en la cima de Schlossberg, las vistas desde el mirador son espectaculares, pues abarcan toda la ciudad y sus alrededores. La torre, de 1560,  fue uno de los edificios de la colina que sobrevivió al ataque de Napoleón. 


Subimos  cinco minutos  por la sombra hasta los restos de la fortaleza, pasamos por los hidráulicos y nos detuvimos ante el campanario octogonal  -Glockenturm- construido en 1588 por mandato del Archiduque Carlos II de Estiria. La campana sueña a las siete, doce y siete de la tarde ciento un veces porque sobrevivió las 101 balas de cañón de los turcos. 
 Bajamos por la larga escalinata -Kriegsteig-hacia Schlossbergplatz. Paramos en la iglesia de las franciscanas, barroco austriaco de finales del XVII. 

Nos acercamos al río Mur. Aquí saltamos de repente al siglo XXI. Graz se transformó en la ribera del Mur cuando fue capital cultural europea. Cruzamos por un innovador puente, mejor dicho plataforma flotante en forma de anfiteatro. Volvimos hacia el casco viejo para llegar a Hauptplatz. De ella salen las principales calles del centro: Herrengasse, Scmiedgasse, Sackstrtasse, Sporgasse y Murgasse.  Y aquí es el único lugar de Graz donde paran todas las líneas de tranvía. No le probamos, se va perfectamente caminando de un lado a otro. 
La fachada del Ayuntamiento -Rathaus-  ocupa un lado de la plaza. Es de 1890, en el estilo historicista tan repetido en Viena y las principales ciudades de Austria. La diseñaron los vieneses Wielemas y Reuter. Se financió con los impuestos sobre el vino.  La mayor parte de los edificios de esta plaza son más antiguos. Destaca Luegg Haus, con un magnífico estucado barroco.
La fuente del Archiduque está en el centro de la plaza. El recuerdo a  los Habsburgo siempre presente,  tanto en Austria como en España. 

Justo detrás del Ayuntamiento se encuentra la sede del gobierno regional de Estiria, Landhaus, de estilo renacentista. Fue proyectado por el italiano Domenico dell´Allio a mediados del XVI. Solo pudimos acceder al patio, el resto estaba cerrado por la fiesta del Corpus. En Austria y en Polonia nos ganan en católicos, apostólicos y romanos. 

Y llegó la hora de comer. Nos sentamos en la terraza de un italiano, debajo de las sombrillas. Amenazaba tormenta. Pedimos la especialidad de la casa, pizza de salmón. La acompañé con una cañita de medio litro, maté el hambre y la sed. 
Fuimos hacia la catedral. No pudimos entrar tampoco, está cerrada por restauración. La Domkirche, dedicada a San Gil, se levantó en el siglo XV frente al a la residencia del Emperador Federico III, el Burg. 
Justo al lado de la catedral encontramos el Mausoleo de Fernando II, de 1614, obra de otros dos arquitectos italianos Pietro de Pomis Y Pietro Valnegro. La fachada está coronada por Santa Catalina. El interior está decorado en estuco y con elegantes frescos. La cripta con los enterramientos no estaba accesible.


Bordeamos la catedral para entrar en el Burg. 
 Aunque data del siglo XV cono residencia del emperador Federico III, ha tenido varias reformas posteriores, predominan los elementos góticos y renacentistas. 

La escalera de la reconciliación llama la atención. Dos escaleras de caracol entrelazadas construida en 1490. Toda una experiencia subir y bajar por ella.  


 En el patio posterior estatuas de personalidades de Graz bordean el jardín. 



En el patio delantero  se conserva la estela de un Rabino. Graz, como las principales ciudades del imperio, tuvo un poblado barrio judío. 
Y restos de un fresco del XV con decoración vegetal y un pavo real. 
Está protegido por un cristal. Hice la foto en modo automático. El sol picaba y no era el momento de seleccionar el programa más adecuado. 
Seguimos nuestro paseo por Graz topándonos con edificios y patios del renacimiento y del barroco. Así estaría Valladolid si no se hubieran cargado cantidad d palacios en los 60 y 70. Aquí se han conservado.






De calle en calle, de patio en patio, recorriendo pasadizos llegamos hasta Glockenspiel Platz. 

El industrial Gottfried Maurer mandó instalar un reloj con carrillones, como los que había visto en sus viajes de trabajo por Alemania y Suiza. Las veinticuatro campanas sonaron por primera vez el día de Navidad de 1905. A las once de la mañana, tres y seis de la tarde se escuchan canciones tanto del folklore alpino como temas actuales. En Navidades, por supuesto, suenan melodías de villancicos.


Perpendicular a Herrengase se encuentra la avenida donde está la Ópera, la segunda en tamaño de Austria. Abrió sus puertas el 15 de septiembre de 1899 con "Guillermo Tell" de Friedrich Schiller. El emperador Francisco José cumplía cincuenta años ese día. 


La fachada se compone de un pórtico de apariencia clásica rematado por un frontón. En el arquitrabe entre las columnas y el frontón se lee "Stadt Theater" -Teatro de la ciudad-.
 Eran más de las cinco de la tarde y el cielo se teñía de negro. 
Empezó el chaparrón cuando acabábamos de entrar en el café La Ópera, ambientado en la primera mitad del siglo XX. Tomamos café tranquilamente mientras llegaba la hora del bus. A las seis salimos para Viena. Siete horas muy bien aprovechadas en la capital de Estiria.

lunes, 24 de junio de 2019

BRATISLAVA

El viaje desde Viena es bastante cómodo, una hora en tren. También es barato comprando en el expendedor automático el Bratislava ticket -ida y vuelta abierta válido para un día-      por dieciséis euros. Desde la estación se baja hasta el casco viejo caminando un cuarto de hora. Por el camino nos detuvimos en el Palacio Grassalkovich.  Le proyectó el arquitecto Anton Mayerhofer en 1760 para el conde Antal Grassalkovich - ministro de hacienda del reino húngaro-. Fue el centro de la vida musical barroca en esta ciudad. Haydn estrenó aquí algunas de sus obras.  Tras su reconstrucción en la década de los noventa alberga la residencia del presidente eslovaco. 


 

Sus jardines, de diseño barroco francés, son en la actualidad un parque publico. Destacan las esculturas de la emperatriz María Teresa y del compositor bratislavo Jan Nepomuk Hummel. 



A lo largo de la historia Bratislava ha padecido un sinfín de cambios y evoluciones. Del nombre latino Possonium pasó por el alemán Pressburg, el húngaro Poszony y el eslovaco Presporok. Entre los siglos XVI y XVIII fue capital el reino húngaro a causa de la amenaza de los turcos sobre Budapest. Hasta 1919 no se rebautizó como Bratislava, en aquel momento era un conglomerado multinacional con alemanes, austríacos, húngaros, rumanos y eslovacos. 



Ahora es una ciudad acogedora y apacible para el disfrute de los turistas. La mayor parte de la ciudad es llana,  en la ribera del Danubio. La única excepción es el cerro del castillo. Decidimos subir al poco de llegar al centro, después de pasar por la oficina de turismo para recoger un plano. Ochenta y cinco metros por encima del nivel del Danubio se asienta este palacio barroco y los restos de la fortaleza medieval. Todavía se conserva la entrada gótica del siglo XV,  época de Segismundo de Luxemburgo.  




En 1811 un incendio destruyó parte del palacio barroco. Se comenzó a restaurar en 1950. En la actualidad es la sede el museo nacional eslovaco y junto a él se encuentra el Parlamento. 



A la bajada paramos en la catedral de San Martín. Aquí se coronaban los reyes de Hungría. Es un edificio gótico cuya torre alcanza la altura de la colina del castillo, ochenta y cinco metros.



Si el exterior destaca por su sobriedad, en el interior podemos detenernos ante San Martín que formaba parte del retablo, entrar en la capilla de San Juan Limosnero y contemplar el púlpito.






En el muro exterior nos encontramos con enterramientos. Aunque los más interesantes se encuentran en las catacumbas que no pudimos visitar. 




Se entra al casco antiguo por el puente de San Miguel que conduce a la puerta del mismo nombre.



La puerta de San Miguel es la única superviviente de las cuatro que contaba la muralla medieval. La vista actual procede de la reforma en 1758. La escultura de San Miguel Arcángel remata la torre sobre la puerta de cincuenta metros de altura. 



Pasando al interior de la ciudad vieja veremos que está marcado el kilómetro cero de las vías eslovacas (1094 km hasta Madrid, 11.835 hasta Buenos Aires,...). Si pasas por encima en silencio se cumplen tus deseos. 


Verturtska Michalska une la puerta con la plaza del Mercado. En torno a esta plaza y en las calles contiguas nos topamos con  curiosas estatuas de tamaño natural. En la calle Sdlarska nos llamó la atención Ignar Lamak que se quitaba el sombrero cuando pasaban las mujeres.


Muy cerca de allí, en el cruce de Panska con Sedlarska, el mirón -obreo con casco- sale de una alcantarilla inexistente para observar a los paseantes. 



En la plaza del mercado un soldado hace guardia en una garita. Sirvan estas tres como muestra. 

Halvne Namestie está presidida por el ayuntamiento. También se encuentran aquí las embajadas de Francia, Japón y Grecia.





Stara Radnica -ayuntamiento- se construyó en el siglo XV uniendo varias casas burguesas. A través de un pórtico de 1452 se accede a un patio renacentista de 1581. 



Cruzando este patio se sale a la parte posterior donde se halla el palacio del Primado, clasicista del siglo XVII. Disfrutamos del remanso de su interior tomando un café. 





Se acercaban las dos y buscamos un sitio para comer. Goulash para dos y costillas al grill para otra. El Goulash estaba estupendo, hay que probar los platos típicos allí donde vayamos. Después nos dimos un paseíto, a la sombra, hacia el Danubio. Llegamos a la Ópera.


Este edificio de 1885 fue diseñado por los vieneses Ferdinand Fellner y Hermann Helmer, que proyectaron cuarenta y cinco teatros y óperas por Europa Central. 


En la avenida que sale de la plaza de la Ópera anduvimos entre los puestos de un mercado italiano. Desde la ribera del Danubio vimos los cruceros fluviales atracados y el puente SNP, conocido como el ovni por el remate de la descomunal plataforma de acero que sustenta los cables. Desde 1972 une las dos orillas. 



Tomamos café tranquilamente y nos dirigimos a la estación para volver a Viena. Una preciosa ciudad, Bratislava, para pasar un día.