Penderecki
compuso su séptima sinfonía en 1.996 para la conmemoración del
tercer milenio de la
conquista
de Jerusalén.
Según
la historia sagrada, el rey David conquistó Jerusalén hacia el año
1000 antes de Jesucristo, convirtiéndola en la capital de Israel.
En
la primavera de 1996 empieza su escritura, que prosigue durante el
siguiente verano y otoño en su casa de Lusławice, alternando con
sus giras de conciertos en Francia, Leipzig y Berlín. El manuscrito
de la sinfonía fue terminado en Lucerna en el mes de diciembre.
Se
estrenó en Jerusalén el 9 de enero de 1997, interpretada por dos
orquestas, la Orquesta Sinfónica de Jerusalén y la Orquesta
Sinfónica de la Radio de Baviera, tres coros y solistas vocales,
dirigidos por Lorin Maazel. El 14 de marzo se presentó en Polonia
con la Filarmónica Nacional de Varsovia dirigida por Kazimierz Kord.
Penderecki le ha querido dar el nombre de Sinfonía
Nº 7,
al no haber completado todavía la sexta. Una sinfonía vocal
siguiendo la tradición iniciada por el propio Beethoven y seguida
mas tarde por Mahler y otros compositores.La obra está escrita para
seis voces solistas, comprendiendo dos sopranos, contralto, tenor,
bajo y narrador, tres coros mixtos, una gran orquesta dividida en dos
grupos, el primero situado en una galería sobre la sala, con tres
clarinetes, clarinete bajo doblando clarinete en mi bemol, tres
fagots, contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, cuatro trombones
y tuba. El grupo principal sobre el escenario comprende cuatro
flautas doblando dos piccolos, tres oboes, corno inglés, tres
clarinetes, doblando clarinete en mi bemol y clarinete bajo, tres
fagots, contrafagot, cuatro trompas, tres trompetas, cuatro
trombones, tuba, 12 instrumentistas en la percusión, timbales,
piano, celesta, órgano ad
libitum,
18 primeros violines, 16 segundos violines, 14 violas, 12
violoncellos y 10 contrabajos.
Los
textos cantados en latín pertenecen a la Biblia, al Antiguo
Testamento, empleando Salmos y parte de los libros de los profetas
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. En 1958 había empleado textos
de los Salmos en su obra “Salmos
de David”.
La obra lleva la dedicatoria “Ad
maiorem Dei gloriam et eius sanctae civitatis laudem aeternam”,
para
la mayor gloria de Dios y las eternas alabanzas de su ciudad santa.
El
número 7 siempre ha fascinado a Penderecki. Su séptima sinfonía
comprende siete movimientos como las siete puertas. El tema principal
de los movimientos II y IV comprende siete notas diferentes. La obra
termina con siete potentes acordes. El
siete siempre ha sido considerado como un número misterioso y
mágico.
Está
estructurada en siete movimientos.
"Magnus
Dominus et laudabilis nimis in civitate"
"Si
oblitus fuero tui, Ierusalem"
De
Profundis
"Si
oblitus fuero tui, Ierusalem"
Lauda,
Jerusalem, Dominum (salmo 147)
"
Hajetà alai jad adonài" (Ezechiel 37, 1-10)
"Haec
dicit Dominus"
Auditorio
NFM Wroclaw
Viernes
13 de marzo. Siete de la tarde.
NFM
Wrocław Philharmonic Dirección: Krzysztof
Penderecki
Iwona
Hossa – soprano
Karolina
Sikora –2ª
soprano
Anna
Lubańska – mezzo-soprano
Adam
Zdunikowski – tenor
Piotr
Nowacki – bajo
Sławomir
Holland – narrador
Choir
TBC
NFM
Choir
Programa:
K.
Penderecki
Sinfonía
N.º
7
'Las
siete puertas de Jerusalén'
para
cinco solistas, narrador, tres coros y orquesta.
El
primer movimiento, Magnus
Dominus et laudabilis nimis,
Grande es el Señor y digno de toda alabanza, pertenece al Salmo 48.
Los Salmos es uno de los Libros Poéticos de la Biblia. Es una
colección de 150 poesías oracionales creadas por los antiguos
israelitas a lo largo de su historia. La diferente numeración que se
observa entre las traducciones se debe a la diferente división de
varios salmos que empieza en el número 9. El desfase de una unidad
se mantiene hasta el número 147. Se trata de poesías anónimas
aunque han sido atribuidas a David, a Salomón o a otros personajes
bíblicos.Después
de unos acordes del metal acompañado por la percusión, el coro
canta las dos primeras estrofas del salmo en forma de solemne himno,
como una poderosa súplica. Los solistas vocales interpretan las tres
primeras estrofas del Salmo 96, Cantate
Domino canticum novum.
Un interludio orquestal precede a un recitativo para soprano,
repetido en contrapunto por el tenor y el bajo. El coro repite con
fuerza el primer salmo aumentado con su último verso. En su parte
final los solistas se añaden de modo íntimo al coro, terminando
delicadamente con cierta incertidumbre.
El
segundo movimiento, Si
oblitus fuoro tui, Jerusalem,
pertenece al Salmo 137, versículo 5. Si te olvido Jerusalén, que se
me seque la mano derecha. Es cantado dramáticamente por la segunda
soprano, seguido por un grave comentario de la orquesta, mediante
pulsaciones de la cuerda y los timbales. Hace la función de puente
hacia el cuarto movimiento. La entrada del coro es contestada
brevemente por la soprano, terminando con los comentarios
orquestales.
El
tercer movimiento,De
profundis,
usa el texto del Salmo 130, versículos 1 al 5. Está interpretado
por los tres coros a cuatro voces cada uno, cantando a
capella o
sea sin acompañamiento orquestal. Se trata de una de las partes más
intensas y conmovedoras de la obra, uniendo los estilos antiguos y
modernos.
El
cuarto movimiento,Si
oblitus fuoro tui, Jerusalem,
empieza con una grave introducción orquestal, intensificada por la
percusión y glissandos de
la cuerda, con la soprano que repite la introducción del versículo
del segundo movimiento. Continúa con la repetición de los
anteriores comentarios orquestales, hasta la entrada de los coros,
cantando un texto perteneciente al libro de Isaías 26,2 y 52,1. En
el último se une la soprano a los coros, terminando repitiendo su
dramática frase. Después de un nuevo comentario orquestal, finaliza
el movimiento.
El
quinto movimiento, Lauda,
Jerusalem, Dominum,
corresponde al scherzo de la sinfonía. Es el más extenso y su texto
corresponde al Salmo147, versículos 12 al 14. En él emplea
especiales instrumentos de percusión. Como los tubafonos, unos
instrumentos desarrollados por Penderecki a partir de los usados por
los aborígenes neozelandeses. Están formados por baterías de
inmensos tubos de plástico, cuyas oberturas han sido tapadas por
paletas de matamoscas cubiertas de fieltro. La parte correspondiente
al scherzo es eminentemente rítmica, remarcada por la percusión y
el repetitivo canto del coro de modo amenazador. La cuerda y el
viento presentan un interludio en forma fugada. La parte central
corresponde al trio, en
el cual el coro recita de manera camerística las estrofas centrales.
Los solistas se le añaden en un modo elegíaco. Un intermedio
orquestal empezando en la cuerda, con solos del piccolo, de la trompa
y finalmente de la flauta, nos conduce a una repetición de la elegía
por el coro y los solistas. La percusión aumentada abre la
repetición del scherzo, con su ritmo obsesivo, conduciéndonos a un
dramático climax,que
sin pausa se encadena con el movimiento siguiente.
El
sexto movimiento,Hajetà
alai jad adonài,
la mano del Señor se posó sobre mi, esta escrito en hebreo para
recitador y orquesta, empleando el texto del Libro de Ezechiel 37,
versículos 1 a 10. El narrador cuenta la visión de la resurrección
de los muertos. La profecía de la resurrección de los huesos
humanos secos esparcidos por los campos, es al mismo tiempo una
alusión a la resurrección del pueblo judío después del
holocausto. La cuerda, el metal y la percusión añaden poderosos
comentarios evocativos a la voz del narrador. Una trompeta baja
realiza un solo representando simbólicamente la voz de Dios.
Nuevamente sin pausa se pasa al movimiento fin
El
séptimo movimiento, Haec
dicit Dominus,
así habla el Señor, utiliza diversos textos de la Biblia. El
primero pertenece al Libro de Jeremías, 21,8. Es cantado por el coro
con cierta solemnidad. El tenor inicia un dramático recitativo con
los textos del libro de Daniel 7,13 y el de Isaías 59,19. El bajo se
le une en el intenso diálogo. Después de un breve interludio
orquestal, los coros femeninos interpretan los versículos del libro
de Isaías 60,1-2 sin disminuir la tensión. Los solistas femeninos
continúan interpretando diversos dramáticos solos. El coro
interrumpe empezando la recapitulación de la obra repitiendo el
Salmo 48,2 del primer movimiento de la sinfonía de un modo más
intenso y solemne. Y
el canto de alabanza del Salmo 96,1 a 3, también como recapitulación
del segundo tema del primer movimiento, donde los solistas repiten
con insistencia la palabra annuntiate.
Continúa una vez más repitiendo el coro solemnemente el primer tema
con el salmo 48,2, intercalando un versículo del Salmo 48,15. La
música se intensifica hacia su climax
final,
pasando por unas notas más sombrías antes de la triunfal cadencia
final, con las palabras,
Se
trata de una obra eminentemente tonal. El estilo de Penderecki sobre
el tratamiento de los coros, ha variado desde el potente atonalismo
de su Pasión,
pasando por su más moderado Requiem,
hasta
su retorno a unos postulados más clásicos.