Llegamos hacia las once y nos acercamos primero a ver la joya románica, San Sernin . La basílica se empezó a construir a finales del siglo XI para albergar las reliquias del citado santo, del que la leyenda dice que murió martirizado al ser arrastrado por un toro. Construida principalmente en ladrillo, con elementos decorativos de piedra. Se comenzó en estilo románico pero fue modificada durante el gótico y el renacimiento. Es el mejor ejemplo de la arquitectura de peregrinación.
Paseamos alrededor del edificio para admirar la cabecera con sus ábsides y absidiolos.
Lo que llama más la atención es el campanario octogonal, de 64 metros de altura y cinco niveles. El nivel más bajo, contiene en cada cara dos ventanas cubiertos por arcos en mitra. Los dos niveles siguientes, en ligera retirada respecto al precedente, poseen el mismo tipo de ventanas. Los dos niveles superiores fueron construidos en la segunda mitad del siglo XIII Contienen en cada una de las caras dos ventanas cubiertas de arcos en mitra. Finalmente, en 1478, fue construida una aguja para soportar un globo terminal coronado por una cruz. El campanario protege un carillón compuesto de 24 campanas.
Entramos al interior por la puerta de Miègeville se llama así porque da a la calle que surcaba el centro de la ciudad (mièja vila, en occitano). En su tímpano de mármol del pirineo observamos la Ascensión de Cristo rodeado de ángeles y de los doce Apóstoles junto a otros dos personajes en la parte inferior. El Pórtico data de principios del siglo XII. Levantando la vista, en la cornisa, observamos bellos modillones esculpidos tomados en parte del bestiario del románico.
Hay que bajar a la cripta para ver los restos de los santos, y, a su alrededor, las santas reliquias, testimonio del pasado de esta iglesia de peregrinación.
La calle del Toro nos lleva desde la plaza de San Sernin hasta la gran explanada de la citada plaza del Capitolio, recuerda el martirio de San Saturnino, quien murió arrastrado por un toro.
En la plaza trasera al Capitolio en contramos el Donjon, antiguamente una torre de archivos, albergaba también una sala en la planta baja donde se reunían los capitouls (cónsules de la ciudad). Es el edificio más antiguo que se conserva en el Capitolio (1525-1530).
Después fuimos al convento de los Jacobinos, donde Domingo de Guzmán fundó la orden de los Dominicos, del siglo XIII, un enorme edificio de ladrillo con el característico estilo gótico meridional.
En él destacan las pinturas y las vidrieras, si bien lo que distingue su interior es la enorme bóveda de nervadura conocida como la Palmera.
Junto al puente de la Iglesia de Nuestra Señora de la Dorada.: Se trata de un edificio cuyos orígenes se remontan al siglo VI, aunque la fachada actual, la cual te recordará un templo clásico, es mucho más reciente, del siglo XIX. A destacar la imagen de la Virgen Negra ataviada con unas lujosas vestimentas.
Estuvimos casi siete horas hasta las seis de la tarde.. Toulouse tiene mucho que ver, es una de las ciudades de Francia que más me ha gustado. Había pasado por aquí hace mucho tiempo, el año 75, ha cambiado mucho, a mejor.
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