VIERNES 21 DE NOVIEMBRE SIETE DE LA TARDE

Los músicos de la Filarmónica NFM de Wrocław, dirigidos por Samy Rachid, interpretarán el Concierto para violín n.º 1 en sol menor de Max Bruch , perteneciente a su primera época, yuxtaponiéndolo con dos piezas de la obra de Wolfgang Amadeus Mozart. La parte solista correrá a cargo del virtuoso sueco Daniel Lozakovich. Nacido en 2001, este violinista firmó un contrato con la prestigiosa discográfica Deutsche Grammophon a los quince años, lo que le abrió las puertas a una brillante y dinámica carrera. Ha publicado cinco álbumes y ha participado en importantes eventos, como su actuación con la Orquesta Filarmónica de Radio France en la reapertura de la catedral de Notre Dame de París, reconstruida tras un incendio.
Para la temporada 2025/26 , el director de orquesta francés Samy Rachid comienza su tercer año como director asistente de la Orquesta Sinfónica de Boston bajo la dirección del director musical Andris Nelsons. En esta temporada actuará como director invitado la Filarmónica de Rotterdam, la Filarmónica de Bruselas, la Sinfónica de Hamburgo, la Orquesta Nacional de Lille y la Orquesta Gulbenkian.

El longevo e increíblemente trabajador Max Bruch fue una figura clave en la vida musical alemana de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Si bien una escultura del artista aún adorna la fachada del ayuntamiento de Colonia, el destino también lo vinculó a Wroclaw, donde vivió y trabajó entre 1883 y 1890. Su Concierto para violín n.° 1 en sol menor, en tres movimientos , es una de las obras más populares del compositor alemán. Fue compuesto en 1866, cuando tenía veintiocho años. Es una obra ligera, alegre, llena de encanto y energía, y la parte solista es decididamente más lírica que ostentosa. Lo compuso entre 1866 y 1868.
Sinfónica de Galicia 2022
Dedicó la partitura a Joseph Joaquim, violinista que le apoyó en este composición. l concierto está dividido en tres movimientos (los dos primeros, unidos), y una ejecución media dura alrededor de 25 minutos.
- Vorspiel[ - Allegro moderato
- Adagio
- Finale- Allegro energico
Durante el concierto, escucharemos el Divertimento KV 136, de Mozart. Fue escrito por el joven salzburgués con apenas dieciséis años. Compuso el Divertimento, K. 136, durante el tiempo de inactividad en Salzburgo en el invierno de 1772, después de dos largos períodos en Italia. Durante esas visitas, sus obras dramáticas tuvieron un éxito particular, y pasó la mayor parte del tiempo en Salzburgo trabajando en una nueva ópera para Milán para la temporada de carnaval de 1773. Este Divertimento es en tres movimientos, rápido-lento-rápido a la manera de la sinfonía italiana. El Allegro de apertura, en forma de sonata, se centra en un encantador tema que termina con un divertido y pequeño retiro dinámico. El desarrollo se mueve en el modo menor, sorprendiendo al oyente con un segundo episodio (violines sobre violas agitadas y un bajo pizzicato) donde un compositor menos inventivo simplemente habría recapitulado el tema de apertura. El Andante es típicamente cálido y elegante, sus dos mitades contrastadas por una breve aceleración en el pulso del acompañamiento. Un animado Presto final pone fin al Divertimento, un buen ejemplo de la ambiciosa obra de Mozart en un género tradicionalmente designado como música "ligera".
Sinfonía en re mayor KV 385 de Mozart, «Haffner».
Royal Concertgebouw Amsterdam
El compositor austriaco la compuso para ambientar musicalmente la ceremonia de investidura de caballero de Sigmund Haffner, un amigo de la familia. Posteriormente, cuando decidió presentar la obra en un concierto en Viena, la modificó. Hoy en día, la Sinfonía encarna la ligereza del estilo clásico.
El primer movimiento Allegro con spirito muestra el dominio que tenía Mozart de la armonía, notándose el influjo que la audición de las obras de J.S. Bach, escuchadas recientemente en Viena, habían hecho sobre él. Esto se observa en las diferentes partes fugadas. Otra característica es que no repite la exposición, apareciendo tachada en la revisión de la obra. En el presto final, en forma de rondó, también encontramos secciones fugadas.

El poderoso arranque de la obra, cuyo primer movimiento se desarrolla con carácter monotemático -quizá por influencia de los cuartetos de Haydn- y evidencia un prodigioso dominio del contrapunto, nos muestra cómo Mozart desea apartarse del espíritu coqueto y elegante propiamente salzburgués para decidirse por la rotundidad compacta, dramática y expresiva, aunque siempre apolínea y elegante, del más puro mármol (neo)clásico: “con mucho fuego”, pedía el propio compositor dejando bien claras sus intenciones, y así lo han llevado a la práctica los más grandes intérpretes de la página. De este modo, y sin renunciar a una estética clásica, se comienza a abrir la senda que no muchos años más tarde recorrerá Beethoven. El Andante transpira serena belleza y cierta galantería, pero con una hondura, una profundidad humanística y un cierto regusto agridulce que, de nuevo, nos puede hacer pensar en el sordo de Bonn; por ejemplo, en el Adagio de la Cuarta Sinfonía que escucharemos más tarde.
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El breve Menuetto, marcado “forte” en la dinámica, parece en principio mirar más a Salzburgo que a Viena, pero presenta una robustez y una sobriedad del más puro clasicismo, así como un sabor rústico que nos remite a Haydn; el trío que alberga en su interior ofrece el adecuado contraste gracias a su ligereza ensoñada y a un tratamiento de la tonalidad que apuesta por el cromatismo.
Arrollador y lleno de contrastes dinámicos el Presto conclusivo, que ha sido relacionado por los musicólogos tanto con un aria de El rapto en el serrallo (ópera con la que Mozart acababa de triunfar en Viena) como con la trepidante obertura que escribirá pocos años más tarde para Las bodas de Fígaro. La teatralidad, en cualquier caso, deja su impronta en esta hermosísima partitura de transición.