En tan dilatada vida, la Real Colegiata ha pasado por momentos de esplendor, entre los que cabe destacar, el traslado de los restos de San Isidoro desde Sevilla hasta León en el año 1063. La construcción del Panteón Real por los reyes, Fernando I y doña Sancha, a mediados del siglo XI. O la realización de la decoración mural encargada por su hija doña Urraca, que le ha valido el título de Capilla Sixtina del Románico. También en la Edad Media el monasterio tendría un importante scriptorium donde se copiarían parte de los códices que hoy se conservan.
Se abre al cuarto tramo de las naves, en el muro sur del edificio.
Parece que se acabó hacia 1100, aunque la parte superior fue rehecha
en la Edad Moderna.
A
ambos lados del tímpano, en las enjutas, se sitúan las figuras en
relieve de Isidoro y Pelayo. Por encima de estas figuras se pueden
ver algunos relieves, entre los que sobresale un conjunto de signos
del zodiaco. PORTADA DEL CORDERO
La portada, en forma de arco de medio punto, tiene dos arquivoltas, con sus correspondientes capiteles y columnas. En el tímpano de esta portada hay una representación de El sacrificio de Isaac y, encima, El cordero místico, que enlazan con la historia de la redención. A la derecha de la Sacrificio de Isaac aparece de nuevo Isaac desatándose las sandalias, a continuación un sirviente montado en burro y, por último, Sara, la mujer de Abraham, sentada a las puertas de su casa. A la izquierda, tras el ángel que ofrece el cordero para ser sacrificado en lugar de Isaac, se puede ver a una mujer y a su lado un personaje montado a caballo con un arco: Isame, el hijo que tuvo con Agar, la concubina de Abraham.
Antes de entrar al museo a la visita guiada que era a las once y media vimos la iglesia en veinte minutos. Esta basílica románica se construyó con tres naves, crucero saliente y cabecera de tres ábsides que perdió el central a finales de la Edad Media para convertirlo en gótico. Lo más interesante son los capiteles, la mayoría vegetales aunque hay algunos historiados.
Después visitamos el museo, claustro y el Panteón durante hora y media. Solo éramos cuatro personas y la guía nos dio toda clase de explicaciones. Una de las mejores visitas guiadas que he disfrutado. Empezamos por la biblioteca y la sala de doña Sancha.
Vimos cantorales renacentistas, incunables y códices. Me gustó sobre todo la Biblia del siglo X con sus miniaturas similares a las del Beato de Liébana.
Subimos unas escaleras para acceder al interior de la torre del Gallo donde se expone en su interior el cáliz de doña Urraca. Se trata de un objeto suntuario de época romana, compuesto por dos cuencos de ágata, que fueron enriquecidos con oro, plata sobredorada, esmaltes y piedras preciosas en el siglo XI por la infanta doña Urraca. Una inscripción en la parte inferior reza IN NOMINE D[OMINI] VRRACCA FREDINA[N]DI (En nombre del Señor Urraca la de Fernando). La guía se explayó contando la historia de su traslado de Palestina a Egipto y de Egipto a León.
Salimos para completar la torre por fuera y dar un paseo por las murallas romanas. La torre del Gallo fue construida en tres fases. Los dos primeros tramos se fechan en el siglo XI, y fueron concebidos como un recinto defensivo. Los dos siguientes, son ya del siglo XII, y actúan a modo de torre para las campanas.
Se remata con una veleta en forma de gallo, que da nombre a la torre, cuyo original se conserva en el Claustro, y que al parecer era un aguamanil procedente del golfo pérsico, datado en el siglo VI, que llegaría a León por medio de al Andalus, seguramente como obsequio para el rey.
El original persa se expone en el museo, el gallo que está actualmente en la torre es una copia.
Paseamos por el claustro con un ala románica y el resto renacentista antes de entrar al panteón.
PANTEÓN DE LOS REYES: situado a los pies de la iglesia, es un espacio cerrado. En 1080 como iniciativa de las infantas Elvira y Urraca. El Panteón se apoya sobre las murallas de la ciudad. Por el este se comunica con el templo, y en el oeste se abre una arquería. La parte central consiste en un espacio cuadrangular, dividido en tres naves de dos tramos, separados por medio de dos columnas. El espacio se cubre con seis bóvedas de arista que, en el siglo XII, se decoraron con uno de los conjuntos pictóricos más importantes del románico español.
Prestar atención a los capiteles, algunos con hojas de acanto y palmetas, otros con motivos zoomórficos, y cuatro más, con motivos historiados. Estos últimos representan el sacrificio de Abraham, la historia de Balaam, la curación del leproso, y la resurrección de Lázaro. Los dos primeros se sitúan en uno de los pilares de la entrada, y los otros dos a ambos lados de la antigua puerta de acceso a la iglesia, que se tapió en el último tercio del siglo XI, cuando se comenzó a construir el nuevo templo. También hay otros capitales de carácter símbólico como aves y grifos bebiendo de un jarro o un hombre matando a un león.
PINTURAS
Ejecutadas en la primera mitad del siglo XII. Se trata de pinturas realizadas al temple, sobre una base de estuco.
1-La Anunciación de los pastores, una escena bucólica de valor artístico incalculable dado su naturalismo, que nos hace viajar en el tiempo hasta la montaña leonesa de finales del siglo XI.
2-La Santa Cena en la que ante una gran mesa repleta de comida, la figura central es la de Jesucristo que aparece entre Pedro y Juan. En las esquinas Judas Tadeo y Marcial “el copero”, una figura procedente de los evangelios apócrifos, relevante en tanto que servía el vino en la Última Cena, y la copa que lleva en su mano, se asocia tipológicamente con el cuenco de onix que compone el Cáliz de Doña Urraca
3-La Crucifixión claramente románica entre el sol y la luna, sobre la calavera de Adán. Destacan bajo la Cruz, arrodillados los mecenas del Panteón: Fernando I y su esposa la reina Sancha.
4-Por último, el Apocalipsis de San Juan, que muestra en la bóveda central el Pantocrator, y una de las imágenes más conocidas de la pintura románica: el calendario agrícola, en el que cada mes es representado simbólicamente por la actividad agrícola o ganadera que se desarrolla prioritariamente en ese periodo.
Cristo aparece enmarcado por la almendra mística, bendiciendo con la mano derecha, y con la izquierda sostiene un libro, en donde se lee EGO SUM LUX MUNDI. Cristo aparece sentado, con los pies apoyados sobre la tierra. Sobre el fondo azulado con estrellas, se destacan, a ambos lados de la cabeza, las letras alfa y omega.
El mensario se encuentra en el intradós del arco formero que se sitúa a la derecha de la Maiestas Domini. Se trata de una representación de doce medallones, con los doce meses del año, y las labores propias de cada mes. El artista conoce los modelos iconográficos característicos del arte romano, ya que representa el mes de enero con la iconografía de Jano, con dos caras, despidiendo el año anterior y recibiendo el venidero.
Terminamos en la capilla gótica donde se guardan de las arquetas.
La conocida como arqueta de los marfiles es un recipiente de madera, con cubierta en forma de artesa, destinada a guardar las reliquias de San Juan y San Pelayo. Fue construida en el 1059 bajo el patrocinio de los reyes Fernando y Sancha. La pieza contaba con una inscripción que fue destruida cuando las tropas napoleónicas saquearon el templo. Las placas de marfil que adornan los costados muestran a los doce apóstoles, cada uno bajo un arco de herradura y de medio punto. En la parte superior de la tapa se encuentra un relieve del Cordero místico; y en el tablero frontal de la misma hay una representación del arcángel Miguel matando al dragón.
La arqueta de san Isidoro, destinada a las reliquias del patrón de la basílica, también es de madera, con chapas de plata, figuras en relieve, y se encuentra forrada con telas en su interior. Se trata de un recipiente rectangular, con las cuatro esquinas en resalte, y los frentes divididos en tres compartimentos con relieves, cuya iconografía gira en torno a la Creación.
La caja de los esmaltes es un recipiente de madera de roble. Tiene una base rectangular, y una tapa en forma de tejado a dos aguas, con un resalte central en sus dos frentes alargados. Se decora con diecisiete planchas de esmaltes de Limoges, con los Apóstoles, la Crucifixión y el Tetramorfos. Una de las puertas que tiene en un costado indica que el objeto fue usado como relicario.
Salimos al exterior para entrar en calor. En algunos lugares como en el Panteón hacía alrededor de cuatro grados. En el exterior más de diez. Dimos un paseo hasta el restaurante donde fuimos a comer patatas a la marinera y propietas de ternera. Dejamos para la tarde la visita al Palacio de los Guzmanes, Palacio del Conde Luna y el centro de interpretación del León romano.