El autocar aparcó en la estación de autobuses. Cruzamos parte de la ciudad nueva hasta llegar a la Plaza de toros. Nos contaron que es la más antigua de España en forma circular, fue inaugurada en 1785 -época dorada del torero Pedro Romero-. Pero recuerdo que la de Medina de Rioseco tiene bastantes años más, aunque no sea redonda.
La portada, -muy común en el siglo XVIII- con arco de medio punto y frontón partido, nos recuerda a muchos palacios e iglesias de finales del barroco.
Por el oeste se abre a una gran plaza con parque- Alameda del Tajo- que limita con miradores. Es una senda peatonal inspirada en los jardines románticos. Los turistas se agolpan haciendo fotos, hay que tener paciencia para encontrar un huequecito.
Por la alameda del tajo del río llegamos al famoso Puente Nuevo. Se empezó a levantar en 1751 pero no se terminó hasta 1793, coincidiendo con la Feria de Mayo. El diseño se debe al turolense Martín de Aldehuela, arquitecto que proyectó también la plaza de toros. Con noventa y ocho metros altura sobre la garganta permite la conexión entre el barrio moderno y el barrio antiguo. Desde sus barandillas las vistas son espectaculares tanto a las casas colgantes como al tajo del Guadalevín.
Cruzamos el puente y nos detuvimos en un mirador orientado al este. Se agradecía la sombra.
Del sale la calle Armiñán con palacetes señoriales y otros edificios históricos. Bajando en dirección sur llegamos hasta el Arco de Almocábar, puerta árabe reformada en el XVI. Subimos de nuevo hacia el palacio del moro, no disponíamos de tiempo para bajar a la Mina por la escalera de 365 escaños excavados en la roca.
Pasamos por delante de la torre de San Sebastián, antiguo alminar de una mezquita del siglo XIV.
Llegamos a la plaza de la duquesa de Parcent, la más pintoresca de Ronda, rodeada de edificios históricos: Ayuntamiento, Colegiata, Convento de la Caridad, Convento d e Santa Isabel y restos de la Alcazaba.
Entramos en la Colegiata de Santa María. que se levantó sobre la Mezquita Mayor en estilos gótico y renacentista (siglos XV y XVI). Se puede subir a la techumbre acondicionada como mirador.
En el interior rematado en barroco, que recorrimos con ayuda de una audioguía, sobresalen la sillería y la imagen de la Virgen del Mayor Dolor.
De vuelta desde la colegiata hasta el Puente Nuevo paramos delante de la fachada barroca del Palacio del Marqués de Salvatierra, de mediados del XVIII. El balcón de forja rondeña, apoyado en dos pares de columnas, está flanqueado por dos pares de figuras americanas que sostienen el frontón con el escudo familiar,
Cuatro horas y media en Ronda dieron para mucho. Hasta nos permitimos el lujo de parar a tomar un café y comprar pastas en una confitería. Pero nos supo a poco, se necesitan al menos dos días para disfrutar de los paseos que bajan al río y entrar en los palacios. Otra vez será.
Cruzamos el Puente Nuevo entrando en el barrio moderno. Y nos despedimos de Ronda. Este sábado de diciembre se parecía a los de septiembre de nuestra tierra, sobraba la cazadora y echamos de menos un sombrero.
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