lunes, 1 de abril de 2019

HISTORIAS Y ARTE EN EL CEMENTERIO DE VALLADOLID


Lunes 1 de abril de 2019. Cuatro de la tarde.
Visita guiada por Jesús Anta. 
Grupos de alumnos de inglés Delicias y Huerta del Rey.
FeCEAV

Según Jesús Anta el cementerio del Carmen resume la historia de los últimos doscientos años en Valladolid. Empezó contándonos que al recinto se accede por la antigua portada del convento de San Gabriel, del siglo XVII, que se instaló como pórtico del cementerio en 1843, después de su desamortización. Para dotar al cementerio de una entrada adecuada se tuvo noticia que la portada del antiguo colegio de los Agustinos de San Gabriel, que se hallaba junto al convento de San Agustín, hoy el Archivo Municipal, había sido desarmada y se que se encontraba depositada en el almacén de la Policía Armada. Se optó por reedificar, realizar las obras pertinentes y permitir que aquella sirviera de puerta principal para el cementerio general. En 1844  ya se habían concluido las obras, situándose en la fecha de 1843  en la reja de hierro que se colocó en semicírculo en la parte superior de la misma. Al mismo tiempo los cementerios de las parroquias van cayendo de en desuso.




La real cédula de Carlos III, promulgada en 1787, obligaba a los ayuntamientos a crear cementerios públicos fuera de las ciudades, con la pretensión de desterrar la arraigada costumbre de utilizar con este fin las parroquias y conventos del interior de la ciudad.    Pero hasta el uno de septiembre de 1833 no se produjo el primer enterramiento en el de Valladolid  un año antes de la epidemia de cólera.

Fueron los Carmelitas Descalzos  los que recibieron el ofrecimiento por parte de la Junta de Propios y Arbitrios  para vender parte de su huerta con el objetivo de hacer una nueva necrópolis en el año 1834.  El médico Luis Mejía advertía que la ubicación del mismo no perjudicaba ni a los frailes con el convento ni al núcleo urbano de Valladolid, “pues los aires que lo batían caminaban en direcciones oblicuas, hallándose en todo él una serie de árboles no interrumpida y que contribuían a renovar y purificar los aires”  eran los cipreses, y todo se encontraba valorado en 17.650 reales. El proyecto original, que ocupa parte de las huertas del Convento de los Carmelitas Descalzos (del que nos ha quedado su iglesia), expropiadas en la Desamortización, se ejecutó con premura y por imposición militar. Este traslado provocó un fuerte rechazo en la gente, pues les peraeía mal "dejar" en lugar tan alejado a sus muertos.







Nada más entrar en el paseo central nos encontramos con el aire de romanticismo decimonónico que se respira en las primeras cuadrículas del cementerio, con los pequeños monumentos neogóticos de los panteones y la profusión de símbolos mortuorios. 




Para ampliar la información sobre estos símbolos:

Nos detuvimos en  capillas diseñadas por arquitectos famosos como Jerónimo Ortiz de Urbina 

 
Y en panteones realizados por escultores como Aurelio Carretero y otros. 
 

Son muchas las tumbas con una arquitectura increíble, como esta de la familia Lebrero,

 

Otras tumbas evocan hechos curiosos y leyendas. Un ejemplo es el panteón de las dos hermanas que recoge un artículo en el Norte de Castilla https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201610/31/historia-familiar-prol-20161031093821.html.


El Panteón de Personas Ilustres, situado en una extensa zona ajardinada inmediatamente a la izquierda según se entra en el camposanto.  Hasta que el panteón acogió  a Rosa Chacel, se llamaba de “Hombres” Ilustres. José Zorrilla es su más antiguo ocupante quien en su testamento pidió ser enterrado en Valladolid y es acompañado por las tumbas de Macías Picavea, Narciso Alonso Cortés, Emilio Ferrari, Vicente Escudero, Pío del Río Hortega... o Rosa Chacel y, hasta la fecha, Miguel Delibes fue el último en ser traído al lugar. Hasta 10 “ilustres” están aquí enterrados. Preside el panteón una alegoría de Castilla ejecutada por Carretero (el mismo escultor que hizo la estatua del  Conde Ansúrez en la plaza Mayor y el monumento a Zorrilla)

La devoción que sentía el pueblo por José Zorrilla fue patente en su entierro, apenas cuatro años después de recibir este honor de la capital que le vio nacer. El 23 de enero 1893, con 76 años, el poeta murió en su casa madrileña a causa de una operación para extraerle un tumor cerebral.  En 1902 se dio por fin cumplimiento a la voluntad de Zorrilla y su cuerpo fue trasladado al Panteón de Vallisoletanos Ilustres del cementerio del Carmen de Valladolid.

El sepulcro de Martínez Anido llama la atención por su estética fascista. Este general monárquico que luchó en la guerra de Marruecos, y fue ministro de sanidad y de interior con Franco pero terminó apartado por el Régimen, murió en Valladolid en 1938. Historias de la Guerra Civil.


En el cuadro 41 paseos 6 y 7, se amalgaman policías, bomberos y militares que fallecieron en acto de servicio: en 1987 fue asesinado un policía municipal, Daniel Prieto.Varios bomberos, nueve exactamente, pero sobre todo un buen puñado de militares, recuerdan la espantosa explosión y el incendio del polvorín del Pinar: en septiembre de 1940 más de un centenar de personas perdieron la vida, y el ruido angustió a buena parte de la población vallisoletana. Curiosamente, diez años después una nueva tragedia en el mismo lugar dejó un rastro de cinco muertos. 


En la parte posterior de los enterramientos institucionales se encuentra el antiguo cementerio civil. Podemos ver curiosos enterramientos con el símbolo masónico del triángulo y uno en hierro con el arca de la alianza. 
 
 

Alcaldes que marcaron páginas de la historia vallisoletana, como Miguel Iscar, García Quintana y Santiago López, entre otros, también están enterrados en este cementerio del Carmen.

En el paseo encontramos las sepulturas de familias importantes en la ciudad, con los apellidos Semprún, Gallegos, Ponce de León, Bonifaz, De Alba, Maquieire, Lebrero o Singler de Bustamante.







Corría el mes de octubre de 1977. Durante varias noches cientos de personas acudían a  la campa donde se levanta la iglesia del Carmen Extramuros. De los  alrededores de la tapia del cementerio salía  el inquietante sonido de una profunda respiración. Así varios días. Un entretenimiento para muchos que, aunque incrédulos, no dejaban de tener una morbosa inquietud. Los más exaltados rompieron cristales, forzaron verjas y se subieron a los tejados. Otros, removieron las lápidas para ver a la luz de linternas si, efectivamente, algún difunto respiraba. Incluso los recuerdos añaden la existencia del cuerpo de un hombre de raza negra recientemente hallado ahogado en el Pisuerga.El sacerdote que daba misa en esa iglesia murió al cabo de tres meses, dicen que de los disgustos ocasionados por los más exaltados. Había tenido que intervenir la policía en alguna ocasión. El hecho se atribuyó al canto de las lechuzas. Los sonidos desaparecieron como habían llegado, sin previo aviso.

Otro misterio sin resolver es la historia de la tumba de la novia cadáver, con su escapulario al cuello y sus zapatos de tacón. 



VISITAS GUIADAS
https://visitascementeriovalladolid.webnode.es/

Vídeos https://www.youtube.com/watch?v=lOpKUngLwsU
https://www.rtvcyl.es/videoYT/isMSL6IirZI/un-paseo-por-castilla-y-leon-119-cementerio-de-valladolid

ARTÍCULOS EN PRENSA RELACIONADOS CON LAS FOSAS COMUNES Y LA MEMORIA HISTÓRICA
https://www.elnortedecastilla.es/valladolid/tierra-habla-cementerio-20180720230553-nt.html
http://ultimocero.com/temas/cementerio-de-el-carmen/


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