Esta ciudad universitaria está 25 km al norte de Giessen, de quince a veinte minutos en tren. Por el puente Weidenhausen que cruza el río Lahn se llega al casco antiguo. Ha sido destruido varias veces en el siglo XVI y XVIII. Fue renovado en 1867.
Nada más atravesar el río llegamos a la iglesia de Santa Isabel. Se construyó, en tan solo 50 años (1235-1283), sobre la tumba de Santa Isabel de Hungría y como lugar de reposo de los posteriores landgraves de Hesse. Durante la Edad Media fue un importante centro de peregrinación. El interior responde a las características del gótico. Fue proyectado por maestros franceses.
Las vidrieras muestran escenas de la vida de Santa Isabel y sus obras misericordiosas. Durante la reforma protestante Felipe I, príncipe de Hesse y ferviente defensor de Lutero, trasladó los restos de Santa Isabel, para evitar las visitas de los peregrinos católicos a la ciudad protestante de Marburgo. Actualmente las reliquias se encuentran repartidas en el convento de Santa Isabel en Viena y en Kosice (Eslovaquia). Se conservan dos magníficos trípticos.
Paseamos por Kugelkasse y Maribor Strasse. Nos fuimos deteniendo para admirar los edificios tradicionales, tan abundantes en Marburg, en mi opinión una de las ciudades más bonitas e interesantes de Alemania.
Subimos en dirección al castillo, pero antes tomamos café para tener fuerza para superar la cuesta. Tiendas y cafeterías por todos los lados, se nota que es una ciudad muy turística. Aunque no había mucha gente, todavía no ha recuperado los visitantes de antes de la Pandemia.
Las calles estrechas y las escaleras empinadas conforman gran parte del estilo medieval de Marburgo, el mejor ejemplo Wendelgasse - camino hacia arriba-. Desde el castillo hay excelentes vistas.
Este castillo-palacio fue la residencia de los landgraves de Hesse durante cinco siglos, del XIII al XVII. Visitamos su interior transformado en museo.
Destacan sus salas y especialmente la capilla.
Llegamos hasta la iglesia gótica de Santa María. Es la iglesia parroquial más antigua de Marburgo. Si te fijas bien ves que su torre está torcida. Frente a ella descansamos en uno de los miradores de la ciudad.
Y desde aquí en tres minutos se alcanza Marktplatz. El histórico ayuntamiento (construido entre 1512 y 1527) se encuentra en lado sur de la plaza del mercado. La fachada, en gótico tardío, está orientada al norte. El constructor Eberhard Baldewein añadió la torre renacentista con el frontón del reloj en 1581. Se puede ver el gallo mover sus alas en la parte superior del reloj cada hora completa en cualquier día de la semana. El trompetista, a la izquierda del reloj, da la hora. Las escalas del Justicia debajo y el reloj de arena de la muerte a la derecha del reloj también son movidos por un engranaje conectado al mecanismo de relojería.
Nos sentamos a comer, bien lo merecíamos por la larga caminata. Probamos Snitzel acompañado de patatas y ensalada en una terraza tranquilita. La caña de cerveza sin filtrar me supo a gloria. Una vez repuestos fuimos a ver la Universidad antigua y su capilla. Fundada en 1527 por el landgrave Felipe el Magnánimo, fue la primera universidad protestante del mundo, Hoy en día circulan por aquí 26.500 estudiantes de medicina, ciencias naturales, humanidades y ciencias sociales.
Un miércoles de septiembre muy bien aprovechado, caminamos a la estación para volver a Giessen.
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