George Gershwin (1898-1937), nacido Jacob Gershwine, era hijo de inmigrantes ucranianos de origen judío establecidos en Nueva York a finales del siglo XIX, escapando del creciente antisemitismo europeo. El apellido original de la familia, Gershowitz, fue pronto americanizado y posteriormente, cuando George comenzó a ganar cierto reconocimiento como músico, él mismo cambió la grafía por la que hoy conocemos.
Pero fue en 1919, con su canción «Swanee», cuando alcanzó el verdadero reconocimiento. Al parecer Al Jolson, famoso cantante de Broadway, la escuchó en una fiesta interpretada por el propio Gershwin y decidió incorporarla a su repertorio.
Se sentía cada vez más atraído por el mundo sinfónico y deseaba dominar los lenguajes de los compositores consagrados. Su primera incursión en este mundo supuso para él un tremendo éxito y llegó gracias a la Rhapsody in Blue. Había sido un encargo de Paul Whiteman, director de una de las jazz bands más célebres de aquel momento, la Palais Royal Orchestra. El estreno tuvo lugar durante el concierto titulado «An Experiment in Modern Music», el 12 de febrero de 1924, y fue un éxito inmediato. A la première acudieron, entre otros, personalidades tan reconocidas como Igor Sgravinsky, Leopold Sotokowski y John Philip Sousa.
Gershwin toca al piano Rhapsody in Blue
Tomó la decisión de viajar a Europa en 1926 con el objeto de estudiar con su adorado Ravel. Ya sabemos que no tuvo mucho éxito al respecto, pero el viaje dio igualmente sus frutos: Gershwin pudo conocer y entablar relación con algunos de los autores más admirados del momento, incluyendo al propio Ravel, con quienes trabó amistad e intercambió ideas y aspiraciones musicales. De vuelta en Estados Unidos, escribió una postal a sus caseros parisinos, Robert y Mabel Schirmer, e incluyó una pequeña melodía que tituló «Very Parisienne», a la que agregó el sobretítulo de «Un americano en París». En 1928 Gershwin rescató esta pequeña melodía para la introducción de su nueva obra.
Gershwin dijo de su composición: "Mi propósito aquí es retratar las impresiones de un estadounidense que visita París; mientras pasea por la ciudad, escucha varios ruidos callejeros y absorbe el ambiente francés... La primera parte está desarrollada en un estilo típicamente francés, a la manera de Debussy o del Grupo de los Seis". Además de los instrumentos habituales de una orquesta aparecen bocinas de coches, la celesta y saxofones. Fue concebido como un ballet y, por tanto, ha sido coreografiado varias veces. La primera de ellas en 1929.
Se estrenó en el Carnegie Hall de Nueva York el 13 de diciembre de 1928. Damrosch dirigió a la New York Symphony-Philarmonic Orchestra Las notas del programa explicaban: "La obra comienza con un paseo por los Campos Eliseos; una riña con un taxista, el paseo abandonado del turista y el paso a la orilla izquierda del Sena son las excusas para el lucimiento de las trompetas, el trombón y el clarinete, respectivamente. Un amable violín nos evoca una escena de amor nocturna... cuando aparece el blues, sólo de trompetas con sordina, como recordando Estados Unidos, sensación reafirmada con la entrada de las trompetas lanzando el tema con aire del ragtime propio de los años veinte. El argumento habla ahora del encuentro con otro estadounidense, y entre recuerdo y recuerdo musical de las vivencias anteriores, se oye un ritmo cercano al swing. La obra termina en el punto de partida, el paseo, despidiéndose con el tema de blues grandioso y más estadounidense que parisino"
En 1951, la compañía cinematográfica Metro Goldwyn Mayer (MGM) estrenó la película musical del mismo título, «Un americano en París», dirigida por V. Minelli. La obra ganó popularidad porque animó a muchos espectadores a acercarse a la obra sinfónica en su versión original, ya que la partitura para la película había sido modificada y adaptada.
Un americano en París es un magnífico ejemplo del estilo de creación musical que predominaba en el Nueva York de las décadas 20 y 30 del siglo veinte. Pero también está inspirada en el París de los «años locos». De brillante y rica orquestación, con maravillosas melodías. La obra tiene un gran poder expresivo. Gershwin se refería a ella como un «ballet rapsódico». El estilo, de innegable influencia jazzística, es mucho más libre y moderno que en sus obras anteriores.
El único movimiento presenta cinco episodios reagrupados en tres secciones. Las dos primeras se diferencian por la inspiración francesa y estadounidense, respectivamente, mientras que en la tercera se produce una superposición de los temas y motivos de las dos anteriores. En el domina el tema parisino aparece como primer motivo el caminante:
Director: Giancarlo Guerrero
Programa
S. Barber Adagio from String Quartet in B minor op. 11
A. Copland Billy the Kid – ballet suite
L. Bernstein Symphonic Dances from West Side Story
G. Gershwin An American in Paris
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