Todo comenzó a finales de los años 60, cuando un vecino de la villa,
Alejandro Martín Criado, retrató a todos los vecinos del pueblo para que pudieran
formalizar su DNI. En 2008 Florencio Maíllo, recuperó dicho archivo
fotográfico en su proyecto Retrata-2/388. Mogarraz se ha transformar en un
auténtico museo al aire libre, una galería de arte. En las fachadas se han colocado aquellos viejos retratos mezclándolos con otros más nuevos.
La Cruz de los Judíos, del siglo XVII,
situada junto a la Ermita del Humilladero, cuenta con un capitel ornamentado con
calaveras. A la entrada del pueblo se encuentra el Calvario, un conjunto de cruces de
granito de finales del siglo XVII. La Ermita del Humilladero es del siglo XIII. En la parte
trasera se encuentra la Fuente del Humilladero que recoge el agua en una pila bautismal.
Declarada Conjunto Histórico Artístico en 1998 la villa de Mogarraz ofrece al paseante un entramado de callejuelas y pasadizos salpicado de escudos pertenecientes a viejos linajes, originales dinteles con grabados religiosos, cruceros y fuentes. Al igual que en otras poblaciones de la Sierra su casco urbano se ordena hacia arriba y hacia abajo a partir de la calle principal.
Característico de Mogarraz son sus casas serranas con típicos entramados de madera, (tramoneras) piedra y adobe, algunas de hasta cuatro pisos de altura. Con balcones floreados y esgrafiado de algunos de sus edificios,
Mogarraz fue construida y repoblada en el siglo XII por franceses llegados desde la Gascuña. La zona era rica en castaño, así que fue la madera utilizada para las estructuras, que durante mucho tiempo permanecieron ocultas tras la cal Esas estructuras marcan la división de los edificios, casas en su mayoría con un mismo reparto de los espacios: en la parte de abajo solía encontrarse la cuadra —gran parte de la población era arriera, así que poseían animales de carga—y la bodega. Sobre la bodega, las dos plantas principales de la casa, y por último, el desván.
La Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, templo de una sola
nave, con crucero , cúpula y pórtico al norte. Su aspecto exterior presenta una austeridad
en sus formas que contrasta con la bóveda barroca de medio cañón con lunetos.
La torre campanil del siglo XVII, exenta de la Iglesia Parroquial que pertenece a la
arquitectura militar, por ser torre vigía de defensa en su día. Construida a principios del
siglo XVII. Está levantada en sillería de granito, con dos cuerpos lisos sin decoración y un
tercer cuerpo con doble ventanal en cada lado que alberga las campanas. Está rematada
con bolas herrerianas.
Los trajes típicos tanto el de serrano de hombre como el de vistas de la mujer aparecen también en los retratos de las fachadas.
En la plaza Mayor detrás de la Iglesia encontramos el Ayuntamiento y el monumento a los bordados de la Sierra de Francia. Es el espacio más abierto del pueblo. También está la olma, común en muchos pueblos castellanos, que ha sobrevivido a la grafiosis.
Solo pasamos el mediodía, comiendo patatas meneás y carrillera, y la tarde en Mogarraz. Dejamos en el tintero los senderos por el campo como el camino del agua y la visita al Museo de Artesanía. En él se rinde homenaje a tres de los oficios tradicionales que siguen
manteniéndose muy vivos en la localidad: el de joyero —las filigranas en oro y plata son
todo un espectáculo—, el de zapatero, y el de bordado. El Bordado
Serrano se realiza sobre lienzo e hilo para confeccionar paños de ofrenda, mantelerías,
camisas, toallas y juegos de sábanas sobre los que se plasman pájaros, leones, búcaros,
encomiendas, clavelinas y granadas de gran colorido y originalidad.