Desde 1221 hasta finales del siglo XV Valladolid tuvo una numerosa comunidad judía, que contribuyó con famosos apellidos a la historia medieval de España, como la familia Benveniste. También se sabe que un tal Josef ben Moses el Gerondi, que era hijo del gran cabalista gerundense Najmánides, trabajó en la corte del rey Alfonso el Sabio. En 1367 hubo disturbios antijudíos y la turba quemó varias sinagogas. Entre los miembros más destacados de la Judería Antigua se encontraba Rabbí Abner, originario de Burgos, médico que se convirtió al cristianismo en 1295. Se le conocía como Maestre Alfonso de Valladolid. Dejó varias obras escritas.
En 1412 fueron trasladados desde la Judería Antigua (desde al Alcázar hasta la Cal de la Rúa- hoy soportales de Especerías-) al barrio del Puente Mayor. En la minoría de edad del rey Juan II y por disposición de la regente doña Catalina de Lancáster se dictó El ordenamiento sobre el encerramiento de los judíos (Leyes de Ayllón), firmado en Valladolid el día 2 de enero de 1412. La Pragmática fue aprobada a instancias del obispo de Burgos, Pablo de Santa María, y el dominico Fray Vicente Ferrer.
Allí vivieron cerca de ochenta años. Con la expulsión de los judíos o su obligada conversión con el Edicto de Granada (1492) cambió la fisonomía de este barrio. La corona pasó a ocupar todos los bienes que poseían los judíos, excepción hecha de los que les permitieron llevar consigo, y los solares de las casas se dieron a censo a cuantos los solicitaron. En ellos se levantó el Barrio Nuevo, denominando así al conjunto de calles pertenecientes a la antigua judería.
Don Rodrigo Alfonso de Pimentel, cuarto conde de Benavente, compró los terrenos en 1475 por 240.000 maravedises para levantar su casa-palacio. El palacio del Conde de Benavente se comenzó en 1515. Sufrió dos incendios en 1667 y 1716. En 1742 se instaló el Hospicio. En 1848 pasó a ser propiedad de la Diputación Provincial.
En 1982 se cedió al Ministerio de Cultura para instalar la Biblioteca Pública. La fachada principal conserva la primitiva portada de acceso, en piedra, con arco de medio punto, estaba flanqueada por los escudos de los Pimentel Condes-Duques de Benavente (lamentablemente borrados) y enmarcada en alfiz.
Se organizaba el espacio en torno a dos patios. Del principal sobrevive solo su piso inferior. Se trata de un típico patio renacentista con arcos de medio punto soportados sobre columnas de orden corintio. El piso superior despareció en el incendio de 1667. Tenía tres torreones, solo se conservan los de la fachada . La parte de atrás era un extenso jardín que llegaba hasta el actual paseo de Isabel al Católica. Por la parte de San Quirce estaba limitado por un ala del edificio que terminaba en el torreón desaparecido.
San Quirce y Santa Julita fue el nombre que recibió el convento de Santa María de las Dueñas que se trasladó desde el otro lado del Puente Mayor para situarse frente al palacio. Fray Alonso de Burgos, obispo de Palencia, sufragó parte de la construcción a principios del XVI.
En 1620 el arquitecto real Francisco de Praves realizó el proyecto del cuerpo de la iglesia, sacristía, capítulo, escalera, claustro y del pasadizo real. Carece de fachada monumental. Hay tan sólo portada, a la Plaza de la Trinidad. Entre dos contrafuertes se dispone una gran puerta adintelada, de piedra. Sobre ésta una hornacina con relieve de la Virgen y la Anunciación, rematada con frontón y adorno de bolas. A los lados hay escudos del convento.
Recientemente ha sido derruido para levantar un complejo de apartamentos en cooperativa para personas de la tercera edad. Solo quedan la Iglesia y el coro. Éste se usará como restaurante. No he tenido noticias de los trabajos arqueológicos preceptivos antes de la fase de construcción, ya iniciada.
La primitiva Iglesia románica de San Nicolás, que fuera fundada por el Conde Ansúrez, se situaba en la plaza que lleva su nombre, en el entorno del Puente Mayor.
Juan de Nates proyectó un nuevo templo en 1584. Las obras terminaron en 1595. Fue destruida durante la ocupación francesa. Podemos hacernos una idea de la fachada renacentista en el fotomontaje de Juan Carlos Urueña.
En el siglo XIX la parroquia se trasladó a su ubicación actual en el templo de los Trinitarios Descalzos, levantado en la segunda mitad del XVIII en la plaza La Trinidad. Cuenta con una fachada muy sobria en piedra.
La plaza de la Trinidad se llamó antes Plazuela del Conde de Benavente y plaza de San Quirce hasta que tomó el nombre actual en 1863. Está muy sombreada gracias a dos grandes cedros y unos cuantos plátanos enormes. El vástago de piedra rematado por cuatro faroles es lo que queda de la Fuente Dorada de los años 50, se trajo aquí después de desmontarla.
En 1932, se construyó el grupo escolar Joaquín Costa (en la actualidad colegio Isabel la Católica) ubicado en un solar irregular en forma de V.
Este espacio había estado ocupado desde el siglo XVI por La Casa Pía de Aprobación (convento de las arrepentidas). Fue fundada por la madre Magdalena de San Jerónimo, protegida de la infanta Isabel Clara Eugenia. En 1605 se hizo cargo del centro el Regimiento de Valladolid al trasladarse a Flandes la madre Magdalena. Se cerró esta institución en 1812.
En el lado norte de la plaza de San Nicolás sobresale la fachada de los almacenes de madera Cuadrado (1925), en uso hasta 2007 en que se trasladó a Iscar, clasificado como construcción histórica por el PGOU. Hoy es un centro deportivo, Alcuadrado Weliness Center. Se trata de uno de los edificios más emblemáticos levantado en ladrillo a principios del siglo XX.
El Valladolid de los constructores en los años 70 convirtió en un pastiche aquel pequeño arrabal junto a la desembocadura del Puente Mayor ocupando huertas, “asaltando” el jardín del palacio del Conde y levantando edificios de pisos demasiado altos. La calles Imperial, Tahonas, Sinagoga, Lecheras, la plaza de San Nicolás y la calle del Puente Mayor cambiaron radicalmente. La mezcla de edificios y el aumento del tráfico afearon esta zona de la ciudad. Han sobrevivido algunos rincones en la Plaza de San Nicolás, Plaza de la Trinidad, la calle Isidro Polo, la plaza de Carranza y la plaza de los Ciegos. Durante el siglo XXI se han peatonalizado algunos espacios, se han mitigado los impactos de las nuevas construcciones y se ha recuperado en cierta medida un barrio para pasear.
La calle Isidro Polo, sin tráfico rodado, es muy curiosa. Aunque a la izquierda desde la plaza de la Trinidad empieza con edificio de pisos metros después todavía sobreviven viviendas unifamiliares. Parece una calle de pueblo dentro de Valladolid. En la taberna del Bierzo se puede hacer una paradita para tomar un vino. Justo al final casi llegando a la plaza de los ciegos hubo una Sinagoga.
La plaza de los ciegos con su nombre nos recuerda una Leyenda. Cuenta la tradición oral que aquí se encontraba la casa de un acaudalado judío, Salomón, conocido, además de por sus negocios, por la belleza de su hija Susana. La joven pronto dio qué hablar en la ciudad. Sus ojos de color violeta despertaban la curiosidad de muchos. Tantos fueron los pretendientes que atosigaban a Salomón, incluidos herederos de algunas de las más nobles familias de la villa, que el comerciante decidió tomar medidas. Después de perder a su mujer, Susana era el más preciado tesoro de Salomón. Ante el acoso al que se vio sometido por la fama de la joven, la ordenó que no abandonara la casa sin cubrirse de tal modo que nadie pudiera verle el rostro. La medida solo avivó la curiosidad de los vecinos. Un grupo de cuatro judíos se las idearon para espiar a la joven a través de las verjas. Y allí hicieron guardia. En estas, Susana salió al patio con la intención de bañarse. Cuando se desnudó, quizá por la intensidad de su belleza, quizá por castigo divino, se dice que los cuatro jóvenes quedaron ciegos.
La Plaza Carranza aparece como un remanso de paz, con la espléndida terraza de la taberna La Pinta. Buena cerveza, clarete de Mucientes y mejores tapas. Uno de mis sitios preferidos para el buen tiempo.
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