miércoles, 28 de diciembre de 2022

DILLENBURG

El 23 de diciembre amaneció muy nublado y con amenaza de lluvia pero una temperatura muy agradable, once grados.  La pintoresca ciudad de Dillenburg con sus casas de entramado de madera es el hogar original de la familia real holandesa. Es la localidad natal de Guillermo I de Orange. Oranienstadt significa sobre todo tradición, pero también prestigio internacional gracias a la Unión de Ciudades Orange en los Países Bajos, Bélgica y Francia. 



Desde la estación te acercas al casco viejo cruzando el puente.  El río Dill fluye por el distrito Lahn-Dill. Atraviesa Dillenburg y Herborn para desembocar en el Lahn en Wetzlar. 


 La princesa Isabel, esposa del último príncipe Christian de Dillenburg, construyó en 1737 el actual complejo de edificios mediante la unión de las dos casas justo al lado de la puerta. Este Stadtschloss - Untertorgebaude-  se llama también «la Casa de la Princesa».



El área alrededor de la Puerta Inferior fue en el siglo XVIII la zona residencial de los miembros de la alta burguesía. Tras una amplia renovación, el edificio es la biblioteca municipal desde 2009. 

Esta pequeña ciudad forma parte de la Deutsche Fachwerkstraße. La ruta alemana de entramado de madera recorre aproximadamente 3500 kilómetros desde el Elba en el norte a través de Oberlausitz en la parte este de Sajonia hasta el lago de Constanza en el sur. 



Con sus ocho paradas adicionales, Dillenburg forma parte de la ruta regional "Desde Westerwald a través del valle de Lahn y las colinas de Taunus hasta el río Meno. El centro de la ciudad está lleno de calles empedradas que recorren el casco antiguo bordeadas de casas de entramado de madera. Destaca entre muchas Gasthaus zur Krone, en Hauptstrasse, del siglo XVIII. 



Seguimos paseando  porHuttenplatz, Kirchberg Strasse y Marbachstrasse.




Desde muchos rincones se puede contemplar la silueta de la torre del castillo.



 Y llegamos al Altes Rathaus Tras el incendio de 1723 se construyó un nuevo edificio del ayuntamiento. Hasta 1930 sirvió para este cometido. Ahora ocupan esta construcción la oficina de turismo y la concejalía de cultura y deportes.  



Después subimos  hasta la iglesia gótica de
 1481, San Juan Bautista. En 1530 se unió a la Reforma luterana. Aquí están enterrados los padres y el hermano de Guillermo de Orange. Se encuentra de camino al castillo. 




WILHEMSTURM,  la torre,  es un hito de la Ruta Orange que parte de Amsterdam y recorre el centro y el norte de Alemania. En honor a Guillermo I de Orange, los ciudadanos de Dillenburg construyeron la Wilhelmsturm entre 1872 y 1875. Ahora alberga el Museo Oranien-Nassau dedicado a los vínculos entre la casa de Nassau-Dillenburg y la casa real holandesa. 


Se conserva esta foto de la antigua torre. 





En la actualidad la colina sobre la ciudad todavía tiene las ruinas de las fortificaciones del siglo XVII del antiguo castillo de Dillenburg, pero nada permanece entero de las fortificaciones originales, que eran mayormente de madera. El castillo de Dillenburg se construyó en la cima del pico ahora llamado Schlossberg a finales del siglo XIII o principios del XIV. Fue destruido en Dernbacher Feud, en la guerra de los siete años, en 1760 . 




Hoy solo la antigua Stockhaus (prisión) recuerda el imponente complejo palaciego pero bajo tierra con las fortificaciones subterráneas. No fue hasta la década de 1960 que las fortificaciones con sus baluartes y galerías fueron parcialmente limpiadas para abrirlas al público. Los visitantes ahora pueden recorrer el pozo de de los Leones (Löwengrube) y la celda donde estuvo encarcelado Jan Rubens, el padre del pintor Peter Paul Rubens (Rubensgefängnis). Lamentablemente solo abren en primavera y verano, No tuvimos ocasión en tiempo de Navidad de visitarlo. 

Bajando de la colina del castillo encontramos la Villa Grün. Es un edificio neoclásico de principios del siglo XX, construido en 1914. Hoy se ha convertido en museo.


Comimos en un restaurante típico alemán que ofrecía menús del día. Sorprendentemente bueno, bonito y barato. Incluso pude comer pescado con arroz y verduras acompañado de una Landbier, cerveza muy suave de sabor agradable. De postre había quark . Nos despedimos de Dillenburg con lluvia. Volvímos a Giessen después de tomar café en la estación. 

sábado, 17 de diciembre de 2022

ESTREMOZ

Llegamos a Estremoz a las nueve y media de la mañana del sábado diez de diciembre. Hacía una temperatura muy agradable, quince grados con el cielo nublado y de vez en cuando tímidos rayos de sol. En el Rossio Marqués de Pombal se repartían el espacio de la gran plaza el mercado y las obras. Decidimos subir primero a la ciudad alta, por si empezaba a llover.  Me detuve un momento a tomar alguna foto junto al estanque de mármol que adorna la plaza. Aquí exageran un poco y lo llaman Lago de Gadanha, pero no es más grande que el estanque del Campo Grande. Al fondo se ve la ciudad alta amurallada con el Palacio. 





Antes de subir nos encontramos con la Picota, el rollo jurisdiccional tan típico de las villas castellanas y portuguesas. 


 Un recinto doblemente fortificado nos abre sus puertas para mostrarnos un dédalo de callejuelas empinadas con un atractivo singular. La porta de Évora es una de las entradas de la muralla encargada por el rey João IV en el siglo XVII al comprobar la fragilidad de la cerca medieval.

 La porta de Évora es el primero de los dos accesos que hay que superar para llegar al Palacio Real. Sorprende este blindaje de Estremoz al no ser una ciudad fronteriza como es el caso de Elvas. La presencia de su recinto amurallado se explica porque funcionó como una segunda línea de defensa del territorio portugués ante los ataques españoles y evitar así cualquier intento de penetración hacia Évora o Lisboa. 




La muralla medieval, la que rodea el recinto del castillo, data del siglo XIII y fue encargada por el rey Dinis I. Nosotros la cruzamos por la elegante porta de Santarém, que en su día fue el acceso principal a la villa medieval. Barrio de Santiago: Nada más cruzar la porta de Évora encontramos un entramado de calles empedradas con viviendas encaladas de dos alturas. Es el barrio de Santiago, que contrasta con la elegancia del palacio.




 El símbolo de Estremoz es el palacio fortificado donde sobresale su torre del homenaje de 27 metros, una de las mejor conservadas de Portugal. Construido con el característico mármol de las canteras de esta ciudad, pasó a la historia por ser el escenario de la muerte de Isabel de Aragón, santa esposa del rey Dinis I. Sin embargo, sus restos reposan en el monasterio de Santa Clara-a-Nova de Coímbra. 




La torre recibe el nombre de las Tres Coronas ya que su construcción se llevó a cabo durante los reinados de Sancho II, Alfonso III y Dinis I. Hoy  se ha convertido en un lujoso Parador pero se puede subir a la torre de forma gratuita. 







Desde esta privilegiada atalaya pudimos contemplar unas extraordinarias vistas de Estremoz y de la campiña alentejana. La Iglesia de Santa Maria y capela da Rainha Santa Isabel están  junto al Palacio Real. De estilo manierista, su ancho es igual a su altura y longitud. Todo tiene una razón de ser. El ancho de cada una de sus secciones es exactamente un tercio del ancho de la iglesia. Un amante de la geometría disfrutaría con un templo que, para mayor armonía, carece de torres y pináculos.




 Su origen se remonta al siglo XIII e incluso una de las canciones recogidas en las cantigas de Alfonso X El Sabio habla de un supuesto milagro que sucedió en el interior de sus muros. Tuvimos la suerte de que estaba abierta. 




 Junto a la igreja de Santa Maria se encuentra la capilla dedicada a la Santa Isabel de Portugal. Los azulejos que embellecen su interior recogen pasajes de la vida de la monarca consorte, como por ejemplo los milagros que se dice que realizó y que sirvieron para que fuera beatificada.





Al aldo está el edificio de los Paços do Concelho. Era la sede del ayuntamiento de Estremoz en la Edad Media. Estamos ante un elegante edificio donde sobresale su torre del reloj y una galería con cinco arcos sostenidos por columnas dobles y unos por vistosos capiteles. Parece de lejos una iglesia medieval pero no lo es. 






Todavía teníamos mucho y tiempo y entramos en el museo municipal. Se amontonan espacios etnográficos y restos arqueológicos, junto  obras de artesanía. Están representadas las estancias de una vivienda típica alentejana.





Bajamos hacia el Rossío para fisgar en el mercado y comprar quesos.



A la una y media nos despedimos del Lago de la guadaña presidido en su parte central por una estatua del dios Saturno portando este objeto que simboliza la muerte, representa lo efímera que es la vida. Tiene nada más y nada menos que cuarenta metros de largo. 




Pero no pudimos entrar en el Convento dos Congregados, sitiado por las vallas de la obra de remodelación de esta inmensa plaza. Nos perdimos los azulejos que narran la vida de San Felipe Neri. Pero la verdad es que ya íbamos sobrados de ver azulejos, que les encuentras por todas partes en Portugal. Aprovechamos para tomar un cafetito, otra de las excelencias portuguesas. 




Tampoco estaba abierta la iglesia del convento de los franciscanos. 



Dimos otra vueltecita por el mercado y probamos las castañas asadas. Ya íbamos cargados de quesos de oveja y cabra. Están buenísimos los curados envueltos en pimentón.