La obra sigue el consabido esquema barroco de
Aria - Recitativo seco, pero el argumento mágico hace que sea
posible la inclusión de escenas de baile, haciendo patente así
la influencia de la ópera francesa.
Se estrenó en 1735 en la reapertura del Covent Garden de Londresy el
empresario, John Rich, había contratado la compañía de ballet
de la francesa Marie Salle. Quizás es éste el motivo por lo que
en cada acto de la obra se incluye un número de ballet, no
siempre justificado por la trama.
El libreto de Antonio Marchi, está basado en el
los cantos VI y VII del poema de Ludovico Ariosto "Orlando
Furioso" y en un libreto de Riccardo Broschi (hermano de
Farinelli) titulado "La isla de Alcina".
La historia, de ecos homéricos, de la maga Alcina que atrae a los héroes a su isla para seducirles y convertirles después en parte del paisaje, y la lucha de Ruggiero y Bradamante para librarse de la maligna bruja, siguen cautivando por la sutil metáfora que encierra sobre los espejismos que crean el amor y la pasión.
La música del periodo barroco sigue llegando al público de hoy en día a pesar de venir de un mundo tan diferente al nuestro. Sus compositores poseían una extraña destreza para crear obras de un asombroso poder emocional. En Alcina, el acompañamiento minimalista de la orquestación de Händel y su habilidad para, alternando entre los modos mayores y menores de su música, crear luces y sombras, ponen al descubierto de una manera magnífica los sentimientos más profundos de los personajes.
Elocuentemente, en una ópera donde el amor es su fuerza motora, Alcina no canta ni un solo dueto. El público de Bremen tiene ahora la oportunidad de apreciar una obra en la que Verdi prati, Ah, mio cor y Mi restano le lagrime son algunas de las arias más sinceras jamás escritas para la escena musical.
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