martes, 10 de diciembre de 2019

ÉCIJA, la ciudad de las torres y los palacios



El siglo XVIII supuso una época de esplendor para Écija. Con sus 11 torres y 29 espadañas, 26 iglesias y 30 palacios, esta ciudad está declarada conjunto histórico-artístico .



El tiempo era agradable por la mañana, a pesar de estar en diciembre. Al mediodía casi calor, con veinte grados a la sombra.



Disfrutamos de la visita guiada por Sergio, restaurador de oficio y guía oficia de Écija. Nos explicó en primer lugar el contexto de las familias nobles, y nos detuvimos en los palacios de las dos principales familias -Peñaflor y Benamejí- que competían por su prestigio.


Palacio de PEÑAFLOR  

Se empezó a levantar en 1700. Merece la pena acercarse hasta la calle Emilio Castelar, cerca plaza mayor,  para contemplar su fachada, presidida por la larga balconada de más de sesenta metros de longitud flanqueado por columnas salomónicas sobre leones que acentúan el carácter barroco. Destaca su fachada decorada con pinturas, la portada barroca  y el mirador en esquina. 






La portada está adintelada con columnas sobre basamento que sostienen un frontón mixtilíneo que alberga en su interior el escudo de sus fundadores. En el segundo cuerpo se abre un balcón que servía para que los Marqueses hicieran sus apariciones públicas.  La torre-mirador, cuadrada, también contribuye a romper la horizontalidad del edificio. 


PALACIO DE BENAMEJÍ                                                                                                                     
Se trata de uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca. Se construyó a principios del sigl0 XVIII. Fachada de ladrillo con zócalo de piedra e hilera de balcones en primera planta. Dos grandes torres en sus extremos. Están unidas por un frente de ladrillo que solo tiene ventanas en su piso alto. Originalmente era propiedad de los marqueses de Benamejí.                                






 






El Patio encierra un espacio señorial con una fuente en el centro. Está delimitado por arcos sobre columnas de mármol. Los inferiores son de medio punto y los superiores escarzanos, La pintura en ocre rojo realza las roscas de ladrillo de las arcadas, molduras y cornisas.                    





  La Escalera   Sus dos tramos arrancan bajo un pórtico apoyado en dobles columnas y pedestales de jaspe rojo. La subida cubierta por bóveda de media naranja, luce una sobria decoración en yeso.  

    Desde 1997 es la sede del Museo Histórico Municipal. Éste cuenta con nueve salas dedicadas a la arqueología donde se exhiben objetos artísticos relacionados con la localidad. Así, destaca la colección de piezas romanas encontradas en las excavaciones realizadas en la plaza de España. La «Amazona herida», una de las esculturas clásicas mejor conservadas de España, es la gran estrella de la exposición. Tiene dos metros de altura y conserva, además restos de policromía sobre el mármol.





 Por otra parte, es obligatorio resaltar la ala de los Mosaicos, un espacio de 200 metros cuadrados en el que se reúnen 6 de los mosaicos romanos aparecidos en excavaciones urbanas y que resaltan por su calidad y dimensiones. El llamado «Mosaico de las Estaciones del Año», el «Don del Vino» o el de Triunfo báquico de la plaza de Santiago son algunos de ellos. El museo puede visitarse domingos y festivos de 10:00 a 15 horas.



El Palacio de Valdehermoso, tiene una interesante portada plateresca del siglo XVI relacionada con el renacimiento cordobés. Arco triunfal y  relieves con escudos, medallones y figuras de gigantes. Se encuentra frente al palacio de  Peñaflor. 




No teníamos mucho tiempo y no pudimos visitar más palacios. Aunque en nuestro paseo por Écija nos tropezamos con otros como el de Palma o el de Alcántara.




Desde lejos nos fijamos en la torre de 


Probablemente la más elegante del barroco ecijano, La torre de San Juan fue construida en el año 1745 por los maestros Lucas Bazán y Antonio Corrales.  Cuenta con un total de tres cuerpos de campana de considerable altura, en los que la talla del ladrillo y la incrustación de piezas de cerámica azul dan cuenta del excepcional dominio de sus autores en el campo del diseño decorativo.




Después entramos en la capilla, único espacio construido tras el terremoto de Lisboa. La nave principal está inacabada. 

En el Salón, plaza Mayor, se encuentra Santa Bárbara. Muy sencilla en su exterior, en estilo neoclásico. 



En el interior destacan el coro, la cúpula  y el retablo del altar mayor.






Torre de Santa María. Es la más temprana de las levantadas en la ciudad, pues su terminación se fecha en el año 1725. Fue construida por el arquitecto José Páez y consta de un alto fuste rematado por un campanario inspirado en el modelo de La Giralda diseñado por Hernán Ruiz II, aunque en ésta de Ëcija se ve intensificada su altura notablemente. Se encuentra situada en la plaza de su mismo nombre próxima a la Plaza de España, 



Torre de Santa Cruz. Se concluyó en 1783. Es obra del arquitecto sevillano José Álvarez, en ella se suavizan los movimientos ondulatorios que se dan en el resto de las torres ecijanas, y aparece un nuevo concepto organizativo que delata el espíritu del neoclasicismo; a un primer cuerpo de campanas cuadrado le sigue otro circular que se corona con linterna cubierta por una volada cornisa.  Se caracteriza por ser la única de la ciudad que posee planta rectangular, reutilizando el fuste del antiguo alminar de la mezquita. Heredera directa del campanario trazado en 1568 por Hernán Ruiz II para la Giralda de Sevilla, su fisonomía actual se remonta a las obras efectuadas a lo largo del siglo XVIII, en las que intervinieron maestros de la talla de José Páez de Carmona y Juan Núñez.  Tanto la planta rectangular como la decoración de azulejos que recorren pilastras, vanos, antepechos, enjutas y cupulín, le confieren un marcado sentido clásico con aires renacentistas. El primer tercio del fuste es macizo y se corresponde con la parte del antiguo alminar, al que se añade la prolongación renacentista con una escalera de caracol interna con iluminación mediante vanos circulares y cuadrados.   El primer cuerpo se delimita mediante un antepecho pétreo de claras influencias de la Giralda, sobre el que se distribuyen los vanos de medio punto con ménsula en la clave central, para las campanas, dos en los lados mayores y uno para los menores. El segundo cuerpo, denominado de la matraca, consta de un antepecho de ladrillo con lucernarios de cantería en sus ángulos, antepecho que delimita un espacio cuadrado del que emerge un cuerpo circular cuadrifonte con pilastras de capitel jónico, rematado en sus cardinales por arcos de triple inflexión. El último cuerpo, también circular y flanqueado en sus frentes por lucernarios, consta de cuatro vanos adintelados rematado por un cupulín sobre el que se asienta una figura angélical que hace las veces de veleta.




Acabamos la visita en el convento de Santa Florentina, de monjas dominicas.  Desde el exterior no se puede apreciar el conjunto completo por las estrechez de las calles. Por eso he añadidio una foto de la maqueta que tienen las monjas juto a su despacho de pastas. 



La mayoría de dependencias del convento, entre ellas la sacristía (1708), el refectorio, la iglesia (1714), la portada principal (1759) y el campanario, son del siglo XVIII.




 La portada principal, en piedra, es de estilo barroco, enmarcada por pares de columnas con decoración de mascarones y frontón partido, que alberga una hornacina con la Virgen del Rosario, fechada en la cartela hacia 1759.




El retablo mayor barroco es de gran calidad artística. La composición arquitectónica se relaciona con el taller de Cristóbal de Guadix y la obra escultórica con el de Pedro Roldán. 


 El retablo de San Juan fue ejecutado por Freyle de Guevara. 


Destacan también el Niño Jesús “el Mudito” atribuido a Luisa Roldán “la Roldana” y las túnicas bordadas de Santo Domingo y Santa Florentina del siglo XVIII.



Nos despedimos de Sergio; entramos a comer Potaje y Lomo al Jerez, en un restaurante junto a la plaza. Me sorprendió Écija, una joya junto al Genil, en la sartén de Andalucía.

Hace dos mil años el aceite llegaba desde a aquí a Roma en cinco días de viaje en barco. Ahora está a cincuenta minutos del aeropuerto de Sevilla pero sigue guardando rincones del imperio romano, del califato y del barroco pagado con la plata americana. Las monjas de Santa Florentina venden la escobita de San Martin de Porres por un euro, dicen que ayuda a encontrar trabajo a los que están en paro. Hay que pasar por aquí para conocer el sur profundo, de olivos y algodón. Para mí Úbeda y Ëcija son las dos ciudades más andaluzas.

VÍDEOS EN YOUTUBE
https://www.youtube.com/watch?v=9R-EaPDBonE
https://www.youtube.com/watch?v=TsvDkHUqRPE

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