MOLINASECA

 Se llega desde Riego de Ambrós por el Camino hasta Molinaseca. Lo primero que ves es la panorámica del pueblo -con el cementerio y San Nicolás al otro lado del río-  y a la derecha el Santuario de las Angustias.

El santuario de las Angustias se levantó en el siglo XVII. En el interior nada más entrar la vista se fija en la rejería de 1.705

Un recargado retablo barroco con la imagen de las Angustias preside el presbiterio.

Entramos en Molinaseca por el mal llamado puente romano. Le pisotean miles de peregrinos todos los veranos. Ahora está vacío. Se nota la pandemia. En el Bierzo solo están llenas las terrazas de siete a diez de la tarde y a la hora del vermú. 

El Camino cruza el pueblo por la calle Real. 

Nada más bajar del puente dejamos a la derecha el Palacio de los Balboa, hoy ocupado por un mesón.

Más adelante, hacia la mitad de la calle Real encontramos el Palacio de Canas de Pambley, con una bella fachada enmarcada por dos torres y adornado con los escudos de armas.

A la salida nos despide el crucero en la plaza donde confluyen la calle Real y la calle de la iglesia.

Nosotros llegamos a la salida de la R 3, el sendero de los miradores (602 m). Al principio la subida es suavecita hasta llegar al mirador del Bosque (630 m). 

La ladera ha sido replantada después de un incendio con una iniciativa muy didáctica. Cada árbol ha sido adoptado por un niño en edad escolar. El ayuntamiento ha puesto placas identificativas.

Entre castaños y robles el camino se empina. 

A los novecientos metros nos paramos en el mirador del Soto. Las vistas son espectaculares.

Después vendrá la bajada por un sendero más estrecho paralelo al río que conlleva alguna dificultad. Gracias al bastón con amortiguador no sufrieron las rodillas.

Más robles con líquenes. Llegando de vuelta  a Molinaseca topamos con la vista de la subida al Acebo en el cruce con la senda de las puentes del malpaso. Entramos cerca de la Iglesia de San Nicolás dejando atrás la acequia.

San Nicolás nos recibe con el toque de campanas de las doce que reproduce la melodía del Ave María. Esta iglesia se levanta sobre una loma, escondiendo por detrás el cementerio.

 

En la torre del siglo XVII San Nicolás de Bari nos espera en su hornacina. Se entra por una portada barroca. En el interior nos reclaman la atención el retablo y la cúpula.

Paramos en una terracita junto al puente, es la hora del café.

Al volver hacia la calle de la Iglesia nos topamos con una pandilla de gatos tomando el sol. 

Salimos del pueblo en dirección a la industria de embutidos donde tenemos aparcado el azulito.

Se acerca la hora de comer, el sol pega fuerte, volvemos a Ponferrada. Nos esperan primero una ducha y luego dos platos: pulpo con cachelos y lacón con pimientos. Como nunca duermo siesta dedico el tiempo de solaz a subir esta entrada al blog. Mañana más. 

A las nueve cuando llegamos catorce grados. A la una que nos marchamos treinta.