Llegamos a San Facundo a las nueve de la mañana. Nos recibió un vientecillo del este que reforzaba la sensación de fresquito con trece grados de temperatura a la sombra. Dicen que es el pueblo más bonito de Castilla y León con menos de cien habitantes. Todos barren para casa.
Nos detuvimos delante del mapa de la ruta, dibujado en una pared frente al bar-restaurante.
Comenzamos el paseo por la ribera del río Argutorio. Cruzamos dos puentecitos y subimos por la cuesta empinada.
Después bajamos buscando la presa que abastece de agua potable a Bembibre. El camino mejoró bastante, llano y ancho.
Volvimos hacia el pueblo de San Facundo retrocediendo por el mismo sendero.
Un paseíto mañanero de unos seis kilómetros ida y vuelta. Encontramos un montón de castaños llenos de erizos. A las diez y cuarto subimos al mirador de la Torca.
De San Facundo a Bembibre solo hay seis kilómetros pero tres son de curvas; diez minutos que se hacen largos. Aparcamos junto al Santuario del Cristo. Tardamos cinco minutos hasta el centro. El único edificio de siglos que se conserva es la Iglesia en la plaza mayor..
Se construyó a finales del siglo XV en el lugar que ocupa la Sinagoga. La Espadaña es del siglo XVIII.
El Santuario del Santo fue destruido durante la francesada. Se reconstruyó en la segunda mitad del siglo XIX.
Por el paseo que conduce a la entrada del Santuario se ha improvisado un museo al aire libre con sarcófagos y otros restos arqueológicos.
El barrio de Villavieja es el único de Bembibre que mantiene en pie construcciones tradicionales, Se mezclan casas ruinosas con algunas rehabilitadas y otras de estilo moderno en la anarquía urbanística que caracteriza al Bierzo.
El sol ya pegaba con fuerza y nos subimos al coche para comer en Ponferrada. La tarde la dedicamos a reponer fuerzas.
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