Me he leído este libro de menos de doscientas páginas a ratitos en una tarde lluvia . Es pura literatura, no me extraña que la autora sea Premio Nobel. Mezcla palabras del coreano, griego clásico, inglés, alemán y chino con paisajes de las calles o casas en Frankfurt, Mainz, Lucerna y Seúl. Al fondo se escucha la música de la ópera y el budismo de Borges. En primer plano se ve al profesor que pierde la vista y la alumna que es incapaz de hablar. Y en los planos intermedios se vislumbran Platón, Aristóteles y las palabras que a veces sirven para comunicarse y otras para aislarse.
Como si todos actuáramos en algunos momentos como sordos, ciegos o mudos. Solo he tenido un mínimo contacto con la cultura coreana a través de algunas series de Netflix. Después de leer esta novela me he acercado un poco a entender a los más europeos de los asiáticos. No tienen nada que ver con chinos ni japoneses, ni falta que les hace.
La traductora es coreana, se nota en el respeto por todos los idiomas que aparecen. En estas páginas solo han faltado unos toques de latín para completar el trino del pajarillo encerrado perdido en la escalera de una academia. Las sombras del profe y la alumna salen fuera de la caverna de Platón.
La mejor novela que he leído este año. Mi recomendación es que no te la pierdas.
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