sábado, 3 de abril de 2021

MONASTERIO DE PALAZUELOS

Se encuentra junto a la salida 109 de la Autovía de Burgos. Desde casa tardamos menos de un cuarto de hora. Soplaba el viento aunque hacía una temperatura muy agradable, diecinueve grados. Habrían a las cinco. Llegamos con tiempo de sacar varias fotos del exterior.


Es monumento histórico artístico (BIC) desde el 3 de junio de 1931. Alfonso Téllez de Meneses, biznieto del Conde Ansúrez, gobernador de Valladolid, señor de Meneses y Alburquerque participó con sus huestes en la batalla de las Navas de Tolosa. El rey Alfonso VIII agradeció sus servicios entregándole al villa de Palazuelos en 1213. Pocos días después Alfonso Téllez de Meneses cedió las tierras al Monasterio de San Martín de Valvení para que se trasladaran a Palazuelos. El nuevo convento cisterciense estuvo acabado en 1254. Pero la iglesia se construyó antes de 1215 a 1230.


Se convirtió en la cabeza de la Orden del Císter en Castilla. Se celebraban aquí cada tres añós los Capítulos Generales, en los que se acordaban la gestión de las finanzas y los bienes inmobiliarios de las abadías cistercienses. Varios reyes como Alfonso XI, Carlos I, Felipe II y Felipe IV visitaron el monasterio de Palazuelos. Continuó siendo un próspero monasterio hasta 1808 en que sufrió un incendio durante la invasión francesa. No pudo recuperarse pues desapareció como monasterio con la Desamortización de Mendizábal. En el siglo XIX permaneció la iglesia abierta al culto. En el siglo XX sufrió un importante deterioro al ser usado como dependencia agrícola y ganadera. Desde los años noventa la Asociación de Amigos de Palazuelos y el Ayuntamiento de Cabezón han adecentado el lugar. Hoy se puede visitar libremente sábados y domingos previo pago de una modesta entrada de dos euros.

El templo tiene planta basilical con tres naves de cuatro tramos cada una de ellas. La cabecera orientada al este se componed de un ábside poligonal -seis tramos, la mitad de un dodecágono- y dos absidiolos semicirculares. Esta diversidad de la cabecera es un hecho excepcional entre las iglesias cistercienses. Adosada al ábside principal hay una sacristía construida en el siglo XVI. Juan de Nantes realizó además en este siglo otras reformas.


En el interior los zócalos de los pilares son del tipo hispano languedociano. En su composición  aparecen pares de columnas frontales para sostener los arcos fajones, cono en Valbuena, Retuerta y Matallana. Encontramos también columnas colgadas en ángulo, muy usadas en el estilo cisterciense.



Los capiteles del interior del templo están esculpidos en su mayoría con decoración vegetal en forma de hojas cuyos tallos se ajustan a la parte inferior del capitel. Los hay también de bolas como en la Colegiata de Toro. En el presbiterio los cimacios son de planta ochavada como en la Huelgas de Burgos.





Nada más entrar a la izquierda, en el lado del evangelio,  localizamos dos arcosolios vacíos. Hay varios distribuidos por las paredes del templo. 


La Sacristía, del siglo XIII, se sitúa en el lado de la epístola. Tiene planta casi cuadrada. En sus rincones hay cuatro columnas gruesas y cortas. Está cubierta con bóveda de crucería con formeros esquinados y ojivas de grueso baquetón entre golas. Se accede a ella por el testero sur del crucero.


Hay una fuente en el muro sur. 



Por un arco apuntado de doble rosca se pasa a la capilla aneja, más pequeña pero con la misma estructura que la sacristía. Tiene una ventana hacia oriente.

La Capilla Sepulcral, o de Santa Inés, da al testero norte del transepto. En el lado del evangelio.  La entrada ligeramente ojival, presenta dos arquivoltas y un par de columnas por lado. Forma un rectángulo partido por un arco fajón apuntado. Las cubiertas son de crucería.


Aquí se encontraban la mayoría de los enteramientos. Durante un tiempo fue utilizada como cárcel del monasterio. 


En el muro derecho se pueden ver inscripciones realizadas por lo monjes que estuvieron presos. 


Además de la arquitectura encontramos un excelente conjunto de sepulcros góticos. Se han podido catalogar nueve. Dos se encontraban originalmente en el presbiterio, dos en la nave de la epístola, otro en la nave del evangelio y cuatro en la capilla sepulcral. Hoy se han amontonado en el absidiolo izquierdo. 



La mayoría pertenecen a la familia Meneses. Son del tipo habitual de enterramientos nobiliarios en Castilla, siglo XIII y comienzos del XIV. Con la figura del yacente sobre la tapa y escenas del entierro en las caras laterales. Están elevados del suelo mediante sillares tallados en forma de león o animales fantásticos. Según la documentación uno de ellos es el de la madre de doña Mayor Alfonso, madre de María de Molina y nieta del fundador del monasterio. En otro sepulcro hay una inscripción que alude a Alfonso infante de Molina, hijo del rey Alfonso IX, fallecido en 1252.



 Los tres mejor conservados se trasladaron en 1964 al Museo Diocesano de Valladolid, están expuestos en la capilla de San Lorenzo de la antigua Colegiata de Santa María.  




En la Capilla Mayor podemos ver los escudos de armas de Carlos I en los laterales. También aparecen restos de pinturas de escudos de la Orden del Císter. Al lado del evangelio del presbiterio hay una lápida conmemorativa de la construcción del altar. Existen restos de figuras de leones que representaban la fuerza justiciera de Dios.




En uno de los  muro norte  del ábside hay una lápida que documenta el año de la consagración del altar mayor.


Detrás del ábside se construyó una nueva sacristía renacentista. Juan de Nantes dirigió obras de reforma en la iglesia, pues fue afectada por un rayo a mediados del siglo XVI. Lo más destacable de esa sacristía son las Grisallas del pintor italiano Antonio Stella. Trabajó en varios palacios e iglesias de Valladolid. Algunas de estas pinturas murales manieristas se conservan sorprendentemente en relativas buenas condiciones. Otras están irrecuperables. 





En el exterior podemos observar sencillos capiteles vegetales y algunos figurados con dragones y otros de sirenas-pájaro con largas colas de serpiente.




En el muro norte se abren dos puertas. Una original del siglo XIII, ojival,  y la otra, que se utiliza en la actualidad del siglo XVI con frontón triangular




Quedan algunos restos del claustro como la puerta de entrada a la sacristía. 


La puerta orientada al oeste está cegada. En sus orígenes debió ser la entrada principal.


La Espadaña se levantó en el siglo XVI. 

Una joya medieval a diez minutos de Valladolid. El guía del Ayuntamiento de Cabezón atiende de forma magnífica a los visitantes. Por cierto la entrada solo cuesta dos euros. Abre los sábados por la tarde y  domingos por la mañana. Hay visitas guiadas pero con las medidas restrictivas es necesario solicitarlas con mucha antelación. 

La información se facilita a los visitantes a través de código QR y con audiciones que se encienden automáticamente al entrar en algunas dependencias. Tecnología del XXI en un edificio del XIII. Cumplió hace pocos años el 800 aniversario.



















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