domingo, 21 de agosto de 2022

MONÓVAR 3: 1500-1609

Revuelta de las Germanías

 La fertilidad del valle del Vinalopó, y la laboriosidad de la población mudéjar eran los motivos por los que la nobleza valenciana tenía interés en conseguir un señorío en este valle. Monóvar era una aljama señorial, morería o comunidad musulmana con reconocimiento legal en el Reino de Valencia, y con su propia organización interna. En la revuelta de las Germanías (1519-1521), de carácter «antiseñorial», Monóvar se mantuvo fiel al Virrey al igual que Pego, Ondara, Villajoyosa, Elda y Novelda. En  Valencia la nobleza huyó de la ciudad durante la peste de 1519. La Junta de los Trece fue el movimiento centralizado en Valencia, pero su ejemplo se extendió a otros municipios como Sagunto, Alzira, Elche, Alicante, Orihuela, Jijona, Alcoy,... Mientras el Bajo Vinalopó apoyó las Germanías las poblaciones del Alto y Medio Vinalopó se mantuvieron bajo sus señores al lado del virrey. 


El odio de los agermanados a la nobleza se proyectó contra la mano de obra de éstos, los mudéjares, que lucharon contra los agermanados en batallas como la de Almenara o Gandía. Las aljamas, por orden del virrey, pagaron un ducado por casa habitada para contribuir a la financiación real. En diciembre de 1520 el Consell General dominado por los agermanados obligó a los mudéjares a llevar signos distintivos de su condición. La medida no llegó a aplicarse por la oposición de Caro y la propia Junta de los Trece. La revuelta acabó sirviendo para robustecer las arcas de la hacienda real y para acabar con la situación ficticia del mudejarismo, ya que desde 1526 se legitima el bautismo forzoso de los mudéjares y estos pasan a ser moriscos, cristianos nuevos. Se abre otra época.


Ganadería

Monóvar seguía la tónica común de todas las villas del Vinalopó en cuanto a la ganadería, es decir, abundaban las cabras y ovejas. Estos dos animales servían principalmente para la obtención de carne para uso alimentario, y de forma puntual para el negocio. La carne se vendía en las carnicerías locales donde además era común encontrar otro tipos de carne además de la de oveja y cabra, como podía ser ternera, cabrito, cordero, cerdo (en el caso cristiano), y piezas de caza menos como perdices o conejos. Con el aumento generalizado de la cabaña ganadera en las villas del Vinalopó, también aumentaron los pleitos entre éstas, en su mayoría eran pleitos por la jurisdicción de los pastos y las reivindicaciones de los términos de cada villa. Era común que el ganado irrumpiese en tierras de cultivo con la consiguiente protesta debido al daño que causaban en los cultivos. Existen muchos ejemplos de pleitos por el uso y jurisdicción de los pastos, en el caso que a nosotros nos atañe, Monóvar tuvo disputas con Novelda, esto se debe a que a partir de la separación de la baronía en 1571, el ganado de Novelda irrumpía en tierras de Monóvar, especialmente en las partidas de les Cases del Senyor, l’Alguenya y Rodreguillo. 


Monóvar contaba con una gran cabaña ganadera en comparación con las de las villas vecinas, ya que para el primer tercio del siglo XVI contaba con unas 2600 cabezas de ganado por las 1600 de Novelda, 1400 de Petrer y las 900 de Aspe. Al tratarse de una villa con mucho territorio que podía ser destinado había un número elevado de ganado.  Otro apartado relacionado con el ganado eran los lobos, se sabe que habitaban en la sierra del Cid, aunque se desplazaban por todo el valle del rio Vinalopó. Por los libros de los diferentes consejos locales es sabido que se pagaban tributos por intentar paliar esta situación e intentar hacer desaparecer el peligro que suponía para el ganado. Si un vecino cazaba un lobo y entregaba el cuerpo al consejo se le retribuía por su acción. La retribución estaba regulada para todo el reino, se pagaban tres sueldos por pie.


Agricultura

El agua es un recurso limitado en la cuenca del Vinalopó, donde la sequedad es habitual a lo largo del año, pero este espacio físico es transformado por las comunidades agrarias que aprovecharán hasta la última gota de agua. El regadío es un nuevo paisaje exigente de alta cantidad de humedad y calor, la cantidad de agua necesaria por la huerta es mayor que la aportada por la pluviosidad, con lo cual es necesaria la implantación de sistemas técnicos que propicien el agua necesaria. Estos sistemas técnicos fueron implantados en época andalusí y fuertemente intervenidos durante la Edad Moderna. La huerta de Monóvar contaba con un área irrigada reducida del río, lo mismo los hortelanos se veían obligados a obtener el agua a partir de manantiales y almacenarla en balsas.





Existía una burguesía musulmana, sustentada sobre todo, en el cultivo y preparación de la uva pasa, muy apreciada y exportada por el Señor de Monóvar. Pese a la Inquisición y a la acción represora de las autoridades religiosas locales, los moriscos de Monóvar siguieron manteniendo hasta su expulsión, una forma de vida propia de su cultura musulmana. Los que se dedicaban al comercio trashumante, los trajineros, una parte de los artesanos, los arrendadores de monopolios y los propietarios de tierras con derecho de agua son los que se podrían considerar parte de esa burguesía a la que se ha hecho referencia. Todo esto se ha podido estudiar a partir de los protocolos notariales que ponen de manifiesto la práctica de transacciones comerciales de uva en importantes cantidades, con la consiguiente acumulación de capital y posibilidades de inversión capitalista que ello permitía.. Las escrituras de matrimonio celebradas ante notario o incluso de las ventas realizadas entre particulares se desprende la riqueza y el bienestar de algunas familiar moriscas.

Protocolos notariales en el Archivo General de Valencia

La conversión forzada y el mantenimiento de sus costumbres

La población morisca de Monóvar era en gran medida la que ponía en marcha los mecanismos de la economía local. Su crecimiento, en términos poblacionales, es un indicador de su prosperidad, al igual que ocurrió paralelamente en otros lugares del Vinalopó. 



Con los bautismos forzosos y la conversión de las mezquitas en iglesias o ermitas, pasa a ser villa morisca y su organización musulmana pasa a la clandestinidad. En 1564 Monóvar pasa a depender del nuevo obispo de Orihuela. La diócesis de Orihuela se crea el 14 de julio de 1564, a instancias del rey Felipe II, y por Bula del papa Pío IV, desmembrándola de la de Cartagena1 Se pone así fin a los numerosos litigios que enzarzaron a Orihuela y Murcia durante casi doscientos años.



Los señores permitían una cierta libertad religiosa a los moriscos para preservar la calma en sus territorios, pero también por motivos económicos: eran mano de obra y además pagaban más impuestos que los cristianos viejos. En general, los señores trataban a los moriscos de manera paternalista, protegiéndoles ante las insistentes presiones que sufrieron por parte de la Corona y de la Iglesia para que se convirtieran al cristianismo. Frente a estos intentos de asimilación religiosa, los señores respetaban las creencias y costumbres islámicas de sus vasallos moriscos (oficialmente cristianos nuevos pero musulmanes en la práctica diaria) permitiendo que, a semejanza de sus antepasados mudéjares, se gobernasen autónomamente a través de sus representantes, elegidos por los propios señores de entre las familias moriscas más destacadas. Durante el conflicto de las Germanías (1519-1521), los moriscos apoyaron a sus señores contra los rebeldes, sobre todo porque éstos les obligaban a bautizarse.

Moriscos, els valencians oblidats

En virtud de una pragmática del año 1566 del rey Felipe II, quedó prohibida la enseñanza, además de leer y escribir en la aljama. De este modo comenzó el declive de la cultura musulmana en Monóvar, que pasó a la esfera de la clandestinidad, ya que los libros escritos en árabe estaban prohibidos.



 El Patriarca Ribera, arzobispo de Valencia, publicó el «Catechismo» a finales del siglo XVI, aprovechándose del cambio de coyuntura propiciado por el acceso al trono del nuevo rey Felipe III. Ribera antepuso al catecismo una carta dirigida «a los rectores, predicadores y confesores de su Arçobispado», lo que deja entrever que el objetivo de su publicación debía servir por igual a los rectores de las parroquias de moriscos  y también a los predicadores o confesores que se encargarían de la campaña misional.



 El obispo de Orihuela, en la visita pastoral que hizo a la iglesia de Monóvar el 29 de septiembre de 1595, entregó unas instrucciones al cura de la parroquia, mosén Francisco Collado «per cuant de aquella a constat a sa senyoria la gran necessitat que ya de reparar alguns abusos que·s fan en dita vila de Monover per esser la major part dels vehins e habitadors de ella cristians nous». Dejó por escrito en las actas de la serie documental de visitas que en la villa de Monóvar:«La major part dels vehins i habitadors della crestians nous descendents de moros que volen seguir l’error en el cual vixqueren sos antepasats […], usen de ceremonias de moros».




Los moriscos continuaban practicando en la intimidad de sus hogares muchos de los rituales coránicos respecto a la alimentación, ayunos, rezos y abluciones. Ciertamente acostumbraban a casarse muy jóvenes, tal como ha quedado dicho; y si la economía del varón se lo permitía, se esposaba hasta con cuatro mujeres. Así lo denunciaba la Inquisición ante Felipe II en un memorial fechado en 1560: «algunos moriscos se an casado quatro vezes y tienen los maridos vivas las mujeres y ellas tienen aun vivos los maridos». Si los párrocos insistían mucho, consentían casarse en las iglesias, pero antes realizaban una ceremonia íntima, vinculada con la tradición musulmana y rodeada de un ambiente de fiesta, con guitarras y cantos. En ocasiones, el señor participaba en dichos festejos. 

También tenían prohibido los moriscos circuncidar a sus hijos, aunque por supuesto lo hacían en secreto. Hacia 1580, según cuenta el cronista Jaime Bleda, temiendo los moriscos que los cristianos viesen que sus niños estaban circuncisos, retrasaban su circuncisión hasta los siete años, pues hasta esa edad iban sin bragas. Quienes realizaban este servicio eran perseguidos y duramente castigados por el Santo Oficio. 

Muy arraigada era la costumbre entre los moriscos de amortajar a sus difuntos envolviéndolos en un sudario antes de enterrarlos. Cuando había peligro de delación, ocultaban el sudario bajo la ropa del finado. Les daban sepultura en tierra virgen, por lo que en 1528 solicitaron, a través de sus representantes, que allí donde convivían con cristianos viejos, se les permitiera disponer de sus propios cementerios. Quedaron parcialmente satisfechos cuando se les respondió que tales cementerios podían situarse en los aledaños de las antiguas mezquitas, convertidas en iglesias, sin que pudiera impedirse a los cristianos viejos recibir allí sepultura, si así lo deseaban. Pero en 1591 cambió radicalmente la situación al ordenarse que los moriscos fuesen enterrados, como los cristianos viejos, en el interior de las iglesias. Aterrados, los síndicos de las aljamas llegaron a ofrecer más de treinta mil ducados para que el rey o el Papa les autorizaran a enterrar a sus muertos en cualquier otro lugar, aunque fuese en los muladares, pero su propuesta no fue aceptada. Naturalmente, allá donde podían, siguieron sepultando a sus difuntos en tierra virgen, alejados de los templos cristianos.

La máxima expresión del problema morisco en Monóvar se veía en los momentos en los que se constataba la gravedad del estado de un morisco enfermo. Las autoridades eclesiásticas solían exhortar al moribundo a que muriera y prodigarle el consuelo corporal y espiritual necesario. En caso de fallecimiento, era obligación de los vecinos de Monóvar llamar a una mujer, cristiana vieja, para que amortajara al difunto y no saliera de la casa más que para ser llevado al cementerio, donde un cristiano viejo le daría sepultura. En la preparación de la fosa, además, no estaba permitida la ayuda de ningún morisco. En estas sepulturas no se podían amontonar piedras ni losas, como los conversos solían hacer, ya fueran sueltas o compactadas con yeso.



Otro ejemplo fue la prohibición del uso de decoración en los zapatos de las mujeres: «Ítem vaig proveir ordena e brolla sa senyoria que daci avant cap dona desendent de nous convertits sots pena d’un ducat puga portar sabates fetes a quartos de diversos colors sino que pols tots d’una color i en el qual aci mateix vaig proveir ordena e brolla sa senyoria que cap sabater sia osat sots la dita pena fer algunes sabates de dits quartos de divereses colors».


Expulsión de los moriscos

El decret d'expulsió, fet públic pel virrei de València, Luis Carrillo de Toledo, el 22 de setembre de 1609, concedia un termini de tres dies perquè tots els moriscos es dirigiren als llocs que els ordenaren portant amb si el que pogueren dels seus béns, i amenaçava amb la pena de mort a aquells que s'amagaren o destruïren la resta «per tal com SM ha tingut per bé fer mercè d'aquestes hisendes, arrels i mobles que no puguen portar amb si, als senyors els vassalls siguen»

Espulsión de los Moriscos en Valencia

1609 La Tragedia de los Moriscos

De Terra endins, de mar ensllá

Los moriscos fueron conducidos desde Monóvar al puerto de Alicante. Desde allí partieron nueve mercantes con cinco mil seiscientos moriscos de Monóvar. Los dueños de los señoríos valencianos se opusieran firmemente a la expulsión de sus vasallos moriscos. Pero, una vez convertida la amenaza de expulsión en un hecho real e inevitable, los señores procuraron sacar el mayor provecho posible. Los moriscos ricos pagaron sus propios pasajes y los de sus familiares durante la expulsión pero también los de muchos otros menesterosos, de forma voluntaria o coaccionados por las autoridades. No pocos de ellos fueron los mismos que sufrieron el expolio durante su viaje de destierro, tanto en mar como en tierra, tanto en España como en África. Fueron muchos de ellos los mismos que se asentaron en Marruecos, Argelia y Túnez, levantando barrios y ciudades, constituyéndose en elites sociales. Pero junto a esta minoría marcharon moriscos cargados de miseria porque lo único que poseían debieron abandonarlo en sus casas y pueblos. Y éstos últimos eran muchísimos más.

Más información expulsión Moriscos del Reino de Valencia

Hacia el año 1600, cuando los moriscos fueron expulsados de estas tierras y Monóvar queda despoblada, llega a ella, entre otros repobladores, un Juan de Limorte procedente de Albatera, se casó con María Farises y desde entonces y a lo largo de trece generaciones sus descendientes vivimos aquí. (Rafael Poveda, en el pregón de las fiestas de Monóvar 2002)


En 1609, una tercera parte de los valencianos eran moriscos. Desde hacía casi un siglo eran cristianos de nombre, pero musulmanes de corazón. Tenían ciertas costumbres distintas de los cristianos viejos, pero deseaban ser respetados y convivir pacíficamente con ellos. Hablaban árabe, pero también valenciano. Y eran, y se sentían, españoles. Incluso cuando fueron expulsados de sus tierras y se vieron obligados a trasladarse a otros países, a otro continente, siguieron sintiéndose españoles, aunque ellos se decían andalusíes.

Xavier Sarriá La Nit ferida   En enero del presente año el cantante Xavier Sarriá presentó este vídeo como homenaje a los moriscos valencianos expulsados. Esta canción se convierte en un himno contra el odio y el racismo. El video clip ha sido dirigido por Pau Berga y producido por Tourmalet Media.

La biblioteca del morisco de Monóvar 1592

La tesis tradicional, según la cual los moriscos formaban una minoría iletrada, con cultura residual más oral que escrita, no puede ya sustentarse a la vista de los numerosos estudios realizados en los últimos años, sobre todo los referidos a bibliotecas y aportaciones literarias, tanto en árabe como en castellano aljamiado. 



El fortuito hallazgo en 1592, con ocasión de un registro rutinario practicado por agentes fiscales de la Generalitat de Valencia para detectar mercancías vedadas, en la casa de un mercader morisco de la villa de Monóvar de una biblioteca formada por libros "...del Alcorán de Mahoma, y donde se enseñaban sus ritos y çeremonias muy particularmente", y la circunstancia de que el propietario supiera "...leer y escribir en arábigo", es un testimonio más sobre el morisco amante de los libros. 

En el registro se comprobó que contaba con bienes propios y arraigo en la villa. También con cierta cultura, por cuanto tenía una pequeña biblioteca en casa y hablaba y escribía la lengua árabe, lo que hace presumible que poseyera igual dominio del valenciano, lengua usual en la localidad, y acaso también del castellano, muy utilizado por los moriscos de la gobernación de Orihuela por sus frecuentes conexiones y tratos con los granadinos inmigrados y con sus correligionarios de Murcia.



 Mañai presentaba notorios antecedentes heterodoxos. Así lo evidencia el que, en su día, fuese uno de los que se acogieron al edicto de gracia dado para los moriscos islamizantes del reino de Valencia, de forma que "...fue reconciliado por cosas que confesó haber hecho de la secta de los moros, y con intención de moro, y hizo la abjuración de los otros reconciliados". Un tiempo después fue denunciado por cuatro testigos en el sentido de que, habiendo sido practicado en su casa un registro rutinario por los agentes fiscales de la Generalitat, según era normativo en el reino valenciano, para ver si detectaban mercancías no declaradas o algún otro fraude, "...hallaron que su muger llevaba a esconder un capaço de libros escritos en arábigo, y se los tomaron las guardas, y los entregaron al comisario [local] del Santo Oficio"  De cuanto acontenció después da noticia el texto de referencia. El comisario remitió los libros intervenidos al Tribunal inquisitorial de Murcia, en cuya jurisdicción se hallaba la villa de Monóvar desde la creación de aquél en 1488, así como el restante territorio de la gobernación de Orihuela 36. Examinados los libros, "...se hallaron todos ellos ser del Alcorán de Mahoma, y donde se enseñaban sus ritos y ceremonias muy particularmente" 



Además de una doble personalidad religiosa, los moriscos tenían una doble personalidad civil: aunque bautizados con nombres cristianos, conservaban y usaban entre ellos sus nombres arábigos. Del mismo modo, los moriscos empleaban la algarabía o árabe hispanizado para hablar entre ellos, reservando el valenciano para comunicarse con los cristianos viejos. Tras la Reconquista, los mudéjares aprendieron la lengua romance poco a poco. A finales del siglo XVI prácticamente la totalidad de los moriscos eran bilingües, si bien su lengua propia, la que usaban espontáneamente, era el árabe. 

LÉxpulsió dels moriscos a Monòver  (En la Teua Ràdio, 2018) 

El cómputo de 1597

Realizado con la expresa finalidad de conocer el número exacto de cristianos nuevos residentes en la diócesis oriolana para proceder a la erección de las correspondientes parroquias, arroja para Monóvar una población de 280 vecinos, de los cuales 230 eran moriscos.  Con una proporción de moriscos de 9 a 1 según queda referido, como las restantes baronías de la zona se hallaba pastoralmente desasistida por carecer de párroco titular. Sus funciones eran asumidas aquí por un clérigo asalariado, designado por el obispo a propuesta del señor, y condenado a una existencia precaria, sin otro ingreso que las 60 libras anuales que le pasaba el barón con cargo a las percibidas por éste en concepto de participación en el producto de los diezmos. El titular del señorío era  don Francisco Maça Rocamora. 




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