jueves, 25 de agosto de 2022

MONÓVAR 5: SIGLO XVIII

El mapa

El Mapa de la división de términos entre Elda, Novelda y Monóvar (1719) se conserva en el Archivo del Reino de Valencia.



La guerra de sucesión

El 14 de diciembre de 1705 se reunieron en Castalla los diferentes representantes de la Hoya de Castalla: Ibi, Tibi, Onil, Bañeres, Petrel y Monovar. Fue una reunión ante el notario Don Salvador Rico, quien tomó nota de la decisión unánime de apoyar, prestar servicio y dar la vida por Felipe de Anjou, el pretendiente francés al trono. Por su apoyo a la dinastía borbónica en la Guerra de Sucesión, Felipe V, acabada la guerra en 1708, le concedió el título de Muy Noble, Fiel, Ilustre y Leal, y el privilegio de añadir a su escudo la flor de lis que identificaba a la casa de Anjou -dinastía real francesa-.



El crecimiento demográfico

El siglo XVIII significó para el conjunto demográfico del País Valenciano una etapa de crecimiento casi ininterrumpido, tanto más acusado cuanto el estudio se centra en las zonas más meridionales. En el caso específico de la villa de Monóvar, los datos aportados por el Equivalente, así como otros recuentos de la centuria y el censo de Floridablanca, apuntan en esa dirección con un crecimiento no exponencial cercano al 300% a lo largo del periodo. Concretamente, si se tienen por válidos los 2.157 habitantes que se asignan al año 1716 y, en el otro extremo, los 7.118 que se presuponen para 1797, el crecimiento anual acumulativo resulta ser de 1,48% para el conjunto del siglo.



En la expansión demográfica de Monóvar a lo largo del Setecientos cabe distinguir tres fases, en las que población experimentó un crecimiento cada vez más débil. La primera fase comprende, aproximadamente, el primer tercio de siglo y es también la etapa de mayor crecimiento; la segunda abarca los años centrales de la centuria y el crecimiento se retrae; en la tercera fase, durante los años finales del siglo, el retraimiento se consolida en un crecimiento muy debilitado situado en un 0,54%. fenómenos de mortalidad extraordinaria debido a epidemias, que afectaron –como se ha dicho– especialmente sobre los párvulos, fueron toda una constante a lo largo del siglo XVIII. Éste quizás es uno de los rasgos más peculiares de la historia demográfica de Monóvar. lastrada por episodios recesivos relacionados con toda una serie de causas adversas. Entre éstas figuran diversos factores climatológicos, la escasez, las malas cosechas, las guerras, las epidemias (y entre ellas la viruela),… y, a la postre, el alza en los precios del trigo, que coincide en el cien por cien de los casos con el incremento de los óbitos infantiles.

Recurriendo al censo de Floridablanca la población de Monóvar tendría cerca de un 70% de la población dedicada al sector primario, es decir, hablamos de jornaleros y labradores. Por lo que podemos ver que Monóvar se trata de una villa esencialmente agraria. La agricultura será el motor del desarrollo demográfico durante el siglo XVIII, así se recoge por ejemplo en la crónica de Cavanilles.

La agricultura; cereales, barrilla y vino

El incremento de la agricultura no se obtuvo de la aplicación de nuevas técnicas productivas, este incremento vino acompañado de la roturación de tierras que quedan registradas en los libros de Protocolo de la Señoría, donde podemos observar las repetidas peticiones por parte de los vecinos para adecuar para el cultivo tierras yermas de dicha villa. Para conocer mejor los cultivos monoveros tenemos que recurrir al botánico Cavanilles,



Una gran producción de cereal de secano, muy superior a la de las villas vecinas, incluso es conocido un Dictamen del Corregidor de Alicante de 26 de septiembre de 1769 en el que se reconoce que en tiempos de necesidad de cereal se le es comprado a Monóvar. Por otro parte los cultivos de regadío son escasos en comparación con otras villas del entorno, esto se debe a que el curso fluvial del Vinalopó está alejado del núcleo urbano.

Otro de los cultivos que alcanzaron cotas elevadas fue el de la barrilla, ya que era necesaria para la obtención de sosa caustica y potasa. Se sembraba todos los años. Se trata de una planta de mediano porte (unos 60 centímetros), es decir, una mata grande, ramosa y extensiva, que recuerda al hinojo marino. Si bien su color inicial era verde claro, a medida que maduraba tomaba un tono verde oscuro acastañado. Se trataba de un producto intermedio básico en la fabricación de jabones y vidrios. El cultivo de la barrilla estaba protegido por las autoridades municipales prohibiendo el paso de ganados en cualquier sementero bajo la misma pena que si se tratara de un "sementero de pan". La producción de barrilla estaba dedicada en su mayoría a la exportación.



El cultivo que se vio más beneficiado por la roturación de tierras fue la vid, de la cual se extraía tanto uva como vino y aguardiente. Vemos que Cavanilles otorga a Monóvar una capacidad de producción de vino de 500.000 cántaros en el siglo XVIII, y afirma que «de cual se cogía antes tan corta cantidad, que no bastando para surtir la taberna del pueblo, era preciso recurrir a Elda para el suplemento…».

Toda esta producción agrícola se comerciaba por el puerto de Alicante, ya que en 1708 Monóvar y otras poblaciones del reino obtuvieron el privilegio de poder comerciar en Alicante sus productos, excepto el vino que hasta 1772 estará vetado debido al privilegio que poseía la ciudad de Alicante. El viajero británico Jospeh Townsend describía la elaboración del Fondillón: Recogen la uva, separan los granos del racimo y lo extienden sobre cañizos de mimbre bastante elevados; los dejan allí durante quince días, sometidos a la influencia del sol y el viento, para evaporar la humedad superflua, después de lo cual lo prensan… Una vez prensadas, cae con la piel en la cuba donde sufre la fermentación para colorear el vino, que sustraen a continuación para ponerlo en los toneles.


Cavanilles deja constancia del incremento demográfico y económico de Monóvar durante el siglo XVIII con una cifra superior a los 8000 habitantes. Este aumento de población fue un estímulo para el incremento de la producción en el territorio con la ocupación de las vertientes y planicies para el cultivo de cereales, de olivos y, fundamentament de vid, apareciendo nuevos lugares de poblamiento , caseríos diseminados cerca de los cultivos, y ubicados generalmente junto a nacimientos de agua que permiten poner en explotación zonas de regadío alrededor de éstos. Es también el siglo en el que se construyen los edificios más emblemáticos de la ciudad: la torre del reloj, la iglesia de San Juan Bautista y la capilla de la Virgen del Remedio, la ermita de Santa Bárbara y el Convento-Seminario de los Padres Capuchinos. Villa Real desde 1705, ya contaba Monóvar con más de ocho mil habitantes, dedicados principalmente a labores agrícolas en 2000 hectáreas de superficie cultivada; el cultivo de la vid, el olivo, el almendro, cereales, y cultivos de regadío junto a los nacimientos de agua.

La plaga de langosta de 1756

Llegó a Monóvar el 8 de julio, A Elda el 10, a Novelda el día doce del mismo mes. Se celebraron procesiones, bendición de los campos y rogativas. Todavía lo asociaban las clases populares a un castigo bíblico. Además de los destrozos en la producción agrícola se convirtió en un problema sanitario. Los cadáveres de los ortópteros corrompían el agua, El río Vinalopó, las ramblas y las acequias se convertían en un foco de peligro. Desde Orihuela enviaron las Instrucciones del Consejo de Castilla a Monóvar, Novelda y Elda. Se recomendaba que no quemaran las langostas sino que se enterraran. Desde finales de julio se inauguraron los trabajos destinados a marcar los lugares donde el insecto había aovado para intervenir desde el otoño.



Tras la desaparición de la fase más aguda, a principios de Agosto se preparó la relación de daños. El Corregidor de Orihuela solicitó a los Ayuntamientos de Elda, Monóvar, Novelda y Petrer la documentación relativa a la langosta capturada en arrobas, los daños causados, el precio pagado por arroba, los instrumentos usados para cogerla, las precauciones para que las aguas no se infecten, los lugares donde se enterró el insecto, la profundidad de las zanjas, los medios tomados para ajustar las puestas, los parajes de ovación y el rumbo que tomó las langostas tras ovar. Los datos se enviaron al Capitán General para que llegaran a Madrid.

Tuvo consecuencia económicas negativas en las localidades . Se tuvo que realizar repartimientos y adelantos monetarios vinculados a la necesidad de acelerar las actuaciones. A pesar de todo fue la primera vez que desde la Administración Central se intentó articular la lucha contra la plaga con las Instrucciones elaboradas en Madrid. Y apoyo económico con las llamadas Redenciones. Se iban ejecutando las primeras medidas del Despotismo Ilustrado.

Telares y molinos



El gran crecimiento demográfico y económico, lo demuestra el gran número de telares, más de 200 de lienzo y 130 de sargas, lana y algodón, que había censados en 1790 y que daban trabajo a mas de mil personas. En el Vinalopó destacan los molinos harineros hidráulicos de cubo y rueda horizontal impulsora, dedicados principalmente a moler trigo, cebada y centeno. En Monóvar encontramos un molino harinero en el siglo XVI que se mantiene en el XVII, tres en el XVIII y cinco en el primer tercio del XIX. También se habilitó un molino de pólvora en batán. Este molino estaba vinculado estrechamente con la actividad textil local.



En el sector textil valenciano en 1791 trabajaban cerca de treinta mil operarios. Incluía producción de paños, bayetones, cintas, estameñas, cordellates, sargas, mantas, fajas, barraganes, alforjas y delantales.

Fiestas

En un pleno del Ayuntamiento de Monóvar, el día 15 de Julio de 1733, se decidió hacer fiestas en honor a nuestra Sra. del Remedio. Se celebraron tres días de corridas de toros que tendrían lugar el último día de agosto y los dos primeros de septiembre. También existe un acta al respecto del Cabildo de la Villa el 30 de Julio de 1738, haciendo referencia a este tipo de festejos, que se celebrarían en la Plaza de la Malva. Desde estas fechas venían celebrándose festejos donde los aficionados del “Bou en Corda” disfrutaron de las fiestas de San Roque, Santa Bárbara y de la Virgen del Remedio.



En las fiestas patronales La Mare de Deu del Remei es trasladada desde la capilla al Altar Mayor. Permanece allí hasta el día del Homenaje y el tradicional Besamanos. Actualmente procesiona unos días después de finalizada la Semana Santa, en la Plaza de la Malva, donde se realiza una misa al aire libre y la imagen se encuentra simbólicamente con su hijo .

Cofradías

En el Expediente General de Cofradías del Obispado de Orihuela y sus parroquias de 1783 solo figuran dos cofradías devocionales de culto en Monóvar: La Cofradía del Rosario (1657-1851) y la del Santísimo Sacramento (1657-1875). El Archivo Parroquial conserva el Expediente General de Cofradías anteriormente citado, así como la documentación de la Venerable Orden Tercera de Penitencia de Monóvar fundada en 1783 y la de la Mayordomía de la Virgen del Remedio.



La Cofradía de la Virgen del Remedio se fundó a principios del siglo XVIII. Hasta 1755 fueron mayordomos Fernando y Pedro Ruiz. En 1777 se redacta el reglamento que regía la Mayordomía de la Virgen del Remedio.

En este siglo se construyen los edificios más emblemáticos de la ciudad como la torre del reloj, la ermita de Santa Bárbara, el Convento-Seminario de los Padres Capuchinos, la iglesia de San Juan Bautista y la capilla de la Virgen del Remedio.

Iglesia de San Juan Bautista



En noviembre de 1748 se declaraba la ruina de la antigua parroquia de sanJuan Bautista y comenzaba su demolición,que se prolongaría por espacio de dos años.La primera piedra de la nueva construcción, que aún perdura,se dispuso el 19 de abril de 1751, consagrándose en la Nochebuena de 1755.



Es un templo barroco con influencias neoclásicas. Con planta de cruz latina, la nave principal está cubierta por una bóveda de cañón seguido con cúpula semiesférica, con lunetos donde se ubican las ventanas, mientras que las dos naves laterales, formadas por la perforación de los contrafuertes alojan las capillas donde se veneran diversas imágenes. En la decoración interior trabajaron conjuntamente Francisco Mira e Ignacio Mira y Castell, acudieron ante notario el 14 de agosto de 1755 para conformar una compañía artística que diera salida a la obra de talla de la iglesia de Monóvar. No obstante, los principales motivos escultóricos que se aprecian hoy en ella presentan un aspecto clasicista ,fruto de la reforma a la que se sometió a principios del siglo XIX.


Por el lado del Evangelio, se accede a la Capilla de la Virgen del Remedio. De grandes dimensiones, tiene entrada propia, por el 'jardinet', la cual presenta en su exterior dos columnas sosteniendo una cornisa y, sobre aquellas, otras dos que sirven de adorno a un nicho ocupado por la imagen de la Virgen del Remedio, esculpida en 1765. En su interior, hay un interesante retablo de madera dorada y policromada, recientemente restaurado, obra realizada en 1774 por el escultor Francisco Mira y Ochoa , que se conserva casi íntegro excepto las esculturas que ocupaban sus intercolumnios.



El Camarín preside la capilla, de la que destaca también su cúpula sobre pechinas esculpidas con relieves sobre la vida de la Virgen.

En el crucero, en el lado de la Epístola, se halla adosado un órgano barroco, de caja de los Martín, originalmente construido en 1771 por el conquense Julián de la Orden y reconstruido en siglodiecinueve por Alberto Randeynes(1893). Fue restaurado en su totalidad a lo largo del 2007.

Ermita de Santa Bárbara


Edificada sobre una de las dos colinas que dominan la ciudad, se divisa desde la lejanía, y dibuja, junto con el castillo y la Torre del Reloj, la silueta característica de
Monóvar- Fue construida, sobre un gran basamento de piedra, a finales del XVIII, tras demoler la anterior,
 que fue levantada en el siglo XVII.  El estilo de la ermita sigue modelos del barroco valenciano, pero deriva de posiciones claramente barrocas italianas, con una suave mezcla de neoclásico. 



Se trata de un edificio aislado de planta rectangular dividido en tres espacios diferenciados. Al sur un atrio porticado con tres arcos sobre columnas de piedra, en la zona intermedia la capilla de planta elíptica y al norte la sacristía o casa de la santera.


Una cúpula de media naranja se apoya sobre la cornisa, terminada en teja vidriada en color azul. Al interior destaca el suelo de grandes losas de piedra, y la decoración a base de guirnaldas, cenefas, Llorones en relieve y la utilización de capiteles corintios.



Iglesia de los Capuchinos

Construida a mediados del XVIII en estilo barroco. Se trata de un templo de planta rectangular que consta de nave única con capillas entre contrafuertes del tipo desarrollado, en especial, por la Compañía de Jesús, cubierta con una bóveda de cañón con lunetos ciegos.



Exteriormente carece de portada y elementos escultóricos, tan sólo el escudo del duque de Híjar, labrado en piedra, sobre la puerta de entrada. Se remata con frontón curvo en fachada, la cual resulta ser asimétrica por la anexión de la capilla de San José, que es anterior a la Iglesia. El crucero dispone superiormente de cúpula semiesférica rematada con una cubierta inclinada a cuatro aguas con cobertura de teja cerámica curva.




En contrate con el exterior, el interior está decorado en un rico programa iconográfico, típico de las iglesias franciscanas, de carácter popular y gran ingenuidad. Sobre las blancas superficies hay pintada líneas azules y ocres, cenefas, símbolos de la pasión así como frescos con imágenes de santos y frailes.



Adosada al templo y comunicada con él, la capilla de la Venerable Orden Tercera de Penitencia con planta de cruz griega y cubierta con cúpula sobre pechinas. Formando parte de este conjunto, destaca la capilla de San José, cuya fábrica es anterior a la construcción de la Iglesia, siendo su origen la ermita que el Ayuntamiento edificó para que sirviera de capilla hasta que fuese construida la Iglesia Conventual.


Fue cedido al Ayuntamiento de Monóvar, por decreto de Espartero de 1841, seis años después que los monjes lo abandonaran por la Desamortización.

La Torre del reloj



Se levantó en 1735, es decir, 104 años después de la torre-campanario de la iglesia parroquial en la que estuvo el primer reloj. Costó 329 libras. La construyó Manuel Terol, maestro alicantino cantero. Mide dieciocho metros de altura. Consta de cuatro tramos y está rematada por una cúpula de tejas vidriadas de color azul. Además del reloj mecánico tiene un reloj de sol.



Durante el segundo tercio del siglo XVIII Monóvar vivió un período de cierto auge económico. El ayuntamiento de entonces debió considerar conveniente deslindar con claridad los Signos del poder municipal de los del poder eclesiástico y, disponiendo la villa de fondos económicos suficientes, decidió levantar una torre exenta, separada no ya del templo sino incluso del edificio que entonces se empleaba como Consistorio. Ahí radica precisamente su mayor singularidad: en el hecho de que se levantase una torre con el único fin de alojar el reloj de la ciudad y sus campanas. Hay otro caso paralelo y próximo geográficamente: el de la ya desaparecida Torre del Reloj de Villana, donde estuvo el famoso "Orejón".



La torre ha sido objeto de varias restauraciones. En 1942 tras observarse que el plano de asiento había cedido en 22 centímetros en el ángulo nordeste provocando la desviación se ejecutaron obras de apuntalamiento y afianzamiento encofrando su base. Nuevas reformas tuvieron lugar el año 1951 con la construcción del muro de contención al noroeste de la torre. Otras reformas tuvieron lugar en 1964 y de nuevo en 1982. En 1947 se cambió el reloj mecánico. En 1973 se volvió a cambiar el reloj.



Los estudios técnicos encargados en 2021 para conocer el estado de biodegradación de las vigas de madera que soportan las campanas así como los análisis previos de las alteraciones estructurales sobre han puesto de manifiesto la necesidad de restaurar la torre. Dejó de de sonar durante una temporada con una primera actuación relacionada con las obras de consolidación del terreno sobre el que se asienta la torre. 

Cementerio de la Rambla del Salitre

Con el incremento de la población, durante el siglo XVIII, por razones de espacio e higiene no pudieron ser enterrados en la Iglesia todos los cadáveres de los fieles. Por lo que a partir de mediados de este siglo se abolió que los cementerios estuviesen dentro de las poblaciones, relegándolos a las afueras. Así pues, puestos de acuerdo las autoridades civiles y eclesiásticas, en 1786 se decide hacer un cementerio en el margen izquierdo del río o rambla de Tarrafa, (conocido popularmente como rambla del Salitre), concretamente en los terrenos que hoy ocupa la casa cuartel de la guardia civil.




No hay comentarios:

Publicar un comentario