jueves, 18 de agosto de 2022

MONÓVAR 1 : LA CUNA DE AZORÍN

 

José Martínez Ruiz nació en Monóvar en 1873. Desde 1902 Azorín ser convirtió en su pseudónimo habitual y el nombre del protagonista de sus primeras novelas ( La voluntad, Antonio Azorín y las Confesiones de un pequeño filósofo). De joven tuvo una ideología radical cercana al anarquismo. Junto a Baroja y Maeztu formó el grupo Los Tres. Escribieron manifiestos muy radicales. Más tarde evolucionó hacia posturas mas tradicionalistas. Durante la Guerra Civil vivió en París. Cuando acabó la guerra volvió a España. 




 Fue el mayor de nueve hermanos. Su padre era natural de Yecla, Murcia, militaba en el partido conservador. Ejercía de abogado en Monóvar y poseía una importante hacienda. A los ocho años, Azorín ingresó en el colegio de los Escolapios de Yecla e hizo y estudió  allí el bachillerato. Desde 1888 hasta 1896 residió  en Valencia, donde estudió derecho.


En esos años empezó a colaborar en diversos periódicos, El Eco de Monóvar, El Mercantil Valenciano y El Pueblo, periódico de Vicente Blasco Ibáñez, con diferentes seudónimos.
En 1895 Azorín publicó dos ensayos, Anarquistas literarias y Notas sociales, en las que presentó al público las principales teorías anarquistas.
El 25 de noviembre de 1896 se trasladó a Madrid para seguir sus estudios y dedicarse al periodismo: El País, El Progreso, Revista Nueva, Juventud, Arte Joven, El Globo, Alma Española, España, El Imparcial,  ...



A partir de 1910, el pensamiento de José Martínez Ruiz ya estaba dentro de la línea conservadora más tradicional y pasó a engrosar la nómina de escritores de ABC. En 1924 ingresó en al Real Academia de la Lengua; empezó a retirarse de la vida pública y a encerrarse en trabajos eruditos: Los valores literarios (1913) y Al margen de los clásicos (1915).
Cuando estalló la Guerra Civil huyó del Madrid republicano y con su esposa, Julia Guinda Urzanqui, residió en Francia. Terminada la contienda, regresó a España gracias a la ayuda que recibió del entonces Ministro del Interior, D. Ramón Serrano Suñer. En esta época, ya como autor próximo al régimen, recibió los mayores honores literarios entre los que se incluyen el Premio de la Delegación de Prensa (1943), la Gran Cruz de Isabel la Católica (1946) y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1956), entre otros. En sus últimos años cultivó asiduamente la crítica cinematográfica. Murió en 1967 en Madrid. La obra de Azorín es admirada tanto por su uso de un léxico preciso y  su impresionismo descriptivo como por  la escritura directa, sobria y concisa.

Conferencia la triple resurrección de Azorín

En este enlace se pueden leer algunas de sus obras y artículos.

Azorín en biblioteca virtual Cervantes


RUTA de  AZORÍN

Con esta ruta se recorren algunos rincones de Monóvar de la mano del escritor de la Generación del 98.  En cada punto se puede acceder a un enlace con el móvil  para escuchar la narración de un texto de Azorín. Se recorre cerca de un kilómetro. No se tarda más de una hora incluyendo el tiempo de las audiciones. Se visitan siete espacios: el Ayuntamiento, la Torre, Carrer Sacristá, Santa Bárbara, Carrer Bohuero, Casa de Azorín y el Casino. El itinerario de los lugares que marcaron a José Martínez Ruiz, Azorín, parte del Casino, erigido en 1880. En unos terrenos cedidos por su padre, se levanta en el jardín de este edificio un busto del escritor de obras como El alma castellanaLa siguiente parada de la ruta es la plaza de la Sala, donde localizamos el Ayuntamiento. De mediados del siglo XIX y estilo académico, en su fachada sobresale el balcón corrido del salón de Plenos. De camino a la Torre del Reloj (siglo XIX), que destaca entre el resto de construcciones del municipio, se llega hasta el cerro donde se yergue el castillo almohade del siglo XII.




En este enlace del Ayuntamiento se pueden escuchar los textos de la ruta. 

Ruta Azorín



CASA MUSEO

 Era la residencia de la familia Martínez Ruiz en Monóvar desde 1876. Fue restaurado por sus hermanos Amparo y Amancio. Pertenece en la actualidad a la  Fundación Caja Mediterráneo. Hay documentación sobre el escritor y su época. La biblioteca alberga más de catorce mil libros. La Casa-Museo conserva las antiguas máquinas de escribir donde Azorín redactaba sus crónicas periodísticas y su escritorio, entre otras pertenencias.

Casa Azorín Fundación Mediterráneo



Reportaje en vídeo

Aquí están los muebles originales que Azorín usó en su casa de la calle Zorrilla de Madrid hasta sus últimos días: sus dos máquinas de escribir Underwood, su escritorio y la mesa camilla desde la que a diario redactaba críticas cinematográficas, su cama, la cama turca en la que se recostaba por la mañana hasta que recibía a las visitas, los cuatro mil  ejemplares de la biblioteca familiar. 



TEXTOS DE AZORÍN SOBRE MONÓVAR

Con los textos de José Martínez Ruiz 'Azorín' como guía, descubrir su localidad natal, la «ciudad apacible», Monóvar, de la que es Hijo Predilecto desde 1917. El recorrido comienza frente al Casino, fundado en 1880 y sobre unos terrenos cedidos por el padre del escritor monovero, en sus jardines se exhibe un busto suyo con el que en 1998 conmemoraron los cien años de la Generación del 98. Recorrer este edificio es más gratificante de la mano de 'Antonio Azorín' (1903). «Un vestíbulo enladrillado de menuditos mosaicos pintorescos; los montantes de las puertas cierran con vidrieras de colores (...), un salón octógono (...), el gabinete de lectura (...), mesas cuadradas y redondas, de mármol (...), alternando con otras de tapete verde (...); verdes jazmineros cuajados de florecillas blancas festonean las ventanas». 

Camino a la plaza de la Sala por la calle J. Quiles Mollà (peatonal se encuentra la Oficina de Turismo y el Teatro Principal). Ya en la plaza central de este pueblo del Vinalopó Medio, productor de vino, mármol y calzado, podrán observar el edificio del Ayuntamiento: «sillares y sillares amarillos», describe en 'Superrealismo', de un edificio levantado en 1845 y de estilo académico, en cuyo interior destaca la escalera de dos brazos; y, en su fachada principal, el balcón corrido del salón de Plenos.

«Monóvar; calles con losas; cuatro, seis, ocho plazas y plazoletas». Salimos de la del Ayuntamiento y nos dirigimos a la Torre del Reloj: «La torre solitaria, aislada; entre las dos colinas, en lo alto de una calleja a la que se asciende por una escalinata»: la calle de La Torre, que muestra este poco habitual reloj exento y civil asomando entre las abigarradas casas; «se yergue ladeada, levemente ladeada; parece que va a caer, y no se cae. (...) La torre del reloj no es un beodo que se tambalea y acaba por caerse; es una fiel amiga, una constante compañera. Descuella sobre la ciudad serenamente». Así describe en 'Agenda' este edificio levantado en 1734 para albergar el reloj (tiene uno solar y otro mecánico) y que sus campanadas marquen el ritmo de la vida de los monoveros. 

Desde su pie, se contempla el Castillo, erigido sobre un cerro, este edificio almohade (s. XII) conserva parte del alzado de su torre del homenaje. Continuando por la estrecha calle Colomer en dirección ascendente, enseguida, por la calle Esperanza, coronarán el otro cerro, desde el que se dominan las «tejas curvas, azules, vidriadas» del pueblo; la «interposición de la torre del reloj en el dédalo de tejados».



Están al pie de la ermita de Santa Bárbara, levantada sobre la otra colina del pueblo en el siglo XVIII, de estilo barroco valenciano. A diario sus campanas marcan la hora del Angelus, una tarea que asume con veneración Paco, de la Comisión de Fiestas monovera, cuya amabilidad nos permite observar el interior del templo, el envés de su poderosa cúpula y la santa salvada de la quema en la Guerra Civil por los vecinos. Fuera, hay que admirar «el pórtico de la ermita de Santa Bárbara; tres arcos; en las fotografías, como una iglesia de Florencia o Padua», coronada con su cúpula de teja azul vidriada. Asómense también al balcón panorámico, que les sirve en bandeja el Vinalopó: «valles, collados, recodos, hondos de soledad y de silencio, gollizos, cañadas. En las cañadas o sobre las lomas pardas, las casas blancas o doradas. Almendros, olivos, higueras», vides con las que Monóvar elabora su afamado Fondillón.



Ya de regreso hacia lo hondo del pueblo, primero por la calle Santa Bárbara y luego por la de Masianet para llegar a la de Salamanca, conocerán la Casa-Museo Azorín, propiedad de la Fundación Caja Mediterráneo y fundada en 1969 en la casa familiar del escritor, del siglo XIX. Es desde esta institución desde donde se promueve la investigación sobre Azorín y su literatura, pero también sobre toda las letras españolas, en especial las de la Generación del 98, de la que, como periodista y crítico literario, Azorín estuvo siempre al tanto. «La casa de Azorín tiene una fachada pequeña, jaharrada de albo yeso, con dos ventanas diminutas. Desde la esquina se divisa abajo, al final de la calleja, el boscaje de un huerto, una palmera que arquea blanda sus ramas, una colina que se perfila sobre el azul luminoso del cielo», la refleja en 'Antonio Azorín'.



OTRAS CUESTIONES

La relación  de Azorín con Monóvar no solo se limita a su infancia y juventud. Habitualmente tenía la costumbre cuando llegaba el verano de trasladarse desde Madrid en ferrocarril hasta su finca en el Collao de Salinas para pasar sus vacaciones. Se bajaba en la estación de Monóvar-Pinoso o en la de Sax. Desde allí, con una tartana o un carruaje de la época llegaba hasta su finca. Hoy este lugar está ocupado por viñedos y la bodega Finca Collado. 

Vídeo Azorín y Monóvar

Monóvar marcando los pasos de Azorín

 En 2017 se publicó el libro 'Recordando a Azorín', de Rafael Maluenda. Está editado por la Diputación y por la Fundación Caja Mediterráneo".



Pero no todo son gestos positivos de la administración local hacia la memoria del hijo ilustre. De hecho el Ayuntamiento declaró en ruina la casa donde nació Azorín en 2009.


Formaba parte del patrimonio inmobiliario de la familia Martínez Ruiz y del que ninguna institución local o provincial se preocupó durante años a pesar de los estragos que le estaba causando el paso del tiempo. El edificio estaba considerado como histórico y se encontraba situado en pleno centro de la ciudad, a escasos cien metros del Ayuntamiento. También estaba a unos cincuenta metros del ombligo del casco urbano, la Plaza de la Sala.

Esta casa desaparecida, la actual Casa-Museo y la finca del Collao en la carretera de Salinas eran las propiedades familiares. 

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