Dirección musical: Björn Huestege Coreografía: Douglas Lee y Goyo Montero
Staatsphilharmonie Nürnberg Staatsballet Nürnberg
Sacrificio primaveral furioso y títeres extasiados: la velada de ballet en dos partes trata sobre la innovadora música de ballet de la provocativa obra de Igor Stravinsky "Le Sacre Du Printemps" y el cuento de hadas oscuro y contrastante "Petrushka". En su reinterpretación de Sacre, Goyo Montero coreografía el rito espiritual que rodea al último sacrificio. La persona elegida se entrega a favor de la supervivencia de la comunidad. Las muñecas cobran una vida espeluznante en "Petrushka" de Douglas Lee. La feria rusa como telón de fondo de una historia sobre celos y rabia, realidad y fantasía demoníaca.
La prensa especializada y los medios calificaron el gran estreno del ballet orquestal de la temporada 2019/2020 como un “éxito absoluto” (Nürnberger Zeitung), “doble triunfo” (Donaukurier) e “impresionante” (Süddeutsche Zeitung).
LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERAEs un ballet y una obra orquestal que Stravinsky escribió la temporada 1913 en París para la Compañía de Ballet Rusos de Seguéi Diáguilev. Fue el tercer proyecto después de Pájaro de Fuego (1910) y Petrushka (1910). Fue estrenada en Teatro de los Campos Eliseos el 29 de mayo de 1913. La partitura de Stravinsky contiene muchas características novedosas para la época, incluyendo experimentos en la tonalidad, métrica ritmo, acentuación y disonancia. Los analistas han notado en la partitura una base significativa en la música folclórica rusa, una relación que Stravinsky tendía a negar. La música ha influenciado a muchos de los principales compositores del siglo XX, y es una de las obras más grabadas en el repertorio clásico.
La obra describe la historia, sucedida en la Rusia antigua, del rapto y sacrificio pagano de una doncella al inicio de la primavera, la cual debía bailar hasta su muerte a fin de obtener la benevolencia de los dioses al comienzo de la nueva estación. Para ello, se sirve de imágenes musicales de gran plasticidad, evocando escenas primitivas en cuanto a diversos ámbitos de la vida.

El autor prescinde de las típicas secuencias que caracterizaban hasta el momento toda obra (por ejemplo: Introducción, Tema principal, Variación 1, Variación 2...), adquiriendo una estructura lineal, prácticamente carente de repeticiones. Para la creación de estas melodías Stravinsky utiliza escalas y modos «antiguos» que se asemejan a los actuales pero en realidad no son del todo ni mayor ni menor. Con ello consigue un cierto efecto de antigüedad. La armonía que se obtiene se aparta de la tonalidad clásica. Esta armonía no tiene función estructural, como sucede en Schönberg, sino que muchas veces se compone de una simple acumulación de notas. El acorde sacre, el acorde más representativo e importante de esta composición, cuya sonoridad es muy particular y disonante, es un ejemplo claro de la intencionalidad de Stravinsky.
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Stravinsky desarrolla aquí una sonoridad completamente nueva. Abundan los efectos percusivos, agresivos y violentos, desaparece el sonido expresivo y melódico de los instrumentos de cuerda y se favorece el predominio de la percusión y los instrumentos de viento, evocadores de una naturaleza salvaje y primitiva. En algunos momentos el uso de instrumentos de viento madera (corno inglés, flauta contralto) tiene un efecto exótico y evocador. El solo de fagot en el registro con el que comienza la obra ya indica que uno se encuentra en un mundo totalmente nuevo en lo que a la sonoridad orquestal se refiere. Otro tipo de recurso instrumental utilizado a menudo en la obra de Stravinsky es la mixtura de sonidos, en concreto entre flauta contralto y violín solo tocando en armónicos una escala pentatónica como las de antes, lo que es realmente inusual. Merece la pena destacar igualmente el curioso papel reservado a las cuerdas en esta composición. Los violines, que por lo general son los encargados de llevar el peso de la obra, se limitan prácticamente a funciones de acompañamiento rítmico, tocando notas breves y repetitivas, sin participar del protagonismo habitual. De hecho trata la cuerda de un modo rudo y áspero, como un instrumento de percusión.
Het Radiofilharmonisch Orkest 2011 Concertgebow (37 min.)
Ballet en centenario 2013 Campos Eliseos
PETRUSHKA
Protagonizado por Vaslav Nijínski, Petrushka fue estrenado el 13 de junio de 1911 en el Théâtre du Châtelet, en París, durante una temporada de los Ballet Rusos de Diaghilev. Su música, concebida por Igor Stravinsky, originalmente como una obra programática de concierto en la que el piano se opone continuamente a la orquesta, llegó a la escena por sugerencia de Diáguilev, quien pidió al compositor y al pintor Alexander Benois que escribieran el libreto del ballet.

Cuenta la historia de tres muñecos humanizados: el desdichado Petrushka, la bailarina a la que ama, y el bruto que se la disputa. Pero sobre todo hay una feria abigarrada de tipos populares, de manera que se opone el muñeco popular, casi infantil, a la presencia multitudinaria de ese pueblo. Stravinski imagino primero el títere en una pieza para piano y orquesta, y mas tarde comprendió, que había que darle aquel nombre tan ruso y que evocaba tantas cosas. Diaghilev le convenció para convertir aquello en un ballet con la ayuda de Alexander Benois. Nijinsky fue el muñeco y Fokin el coreógrafo.
La versión de concierto de Petrushka comprende cuatro cuadros - imagina escenas de un libro de cuentos que cobran vida. El primer cuadro representa los últimos días del Carnaval de 1830, en la Plaza del Almirantazgo, antiguo San Petersburgo. La música comienza con un bullicioso día de feria: multitudes y atracciones brillantes en todas partes que se reflejan en los ritmos y armonías en constante cambio, y en la orquestación que alterna y finalmente fusiona los vientos fuertes y los tonos de campana pianocon las cuerdas bajas, lo que desemboca en una fantástica y extrañamente acentuada fiesta de la orquesta completa. Dos bateristas aparecen frente a un teatro de títeres y un redoble de tambores (un dispositivo de conexión que corre a lo largo de la obra).
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Cuadro dos: Clarinete, fagot, trompeta y trompetas apagadas evocan a Petrushka solo en una celda sombría. Los pianoarpegios acompañan el sueño de libertad del títere, que se convierte en gritos furiosos en las trompetas y trombones. La flauta solista vuelve a entrar con una pequeña y coqueta melodía, cambiando el estado de ánimo para representar a la bailarina, a la que Petrushka ama.
A quien la Bailarina realmente quiere es al Blackamoor, el chico malo que es el centro del tercer cuadro. Una melodía torpe y banal interpretada por vientos solitarios y cuerdas de pizzicato, que suenan un poco fuera de sincronía entre sí, acompaña su acto sexual. Petrushka se cuela en la fiesta y el Blackamoor lo persigue entre la multitud.
En el cuadro final, después de la música de la escena de la feria, el Blackamoor persigue a Petrushka y lo asesina. El mago se da cuenta de que Petrushka es una marioneta, y cuando aparece el fantasma de Petrushka el mago huye asustado; el "acorde de Petrushka" recurrente da la última risa. Stravinsky dijo más tarde que estaba "más orgulloso de estas últimas páginas que de cualquier otra cosa en la partitura".
Orquesta RTVE 2013 (38 minutos)
Bolshoi Ballet performance 2017